jueves, 30 de abril de 2015

“Promesas de Dios Para Los Generosos”

Lectura bíblica en 2 Corintios 9.6-11 “Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará. Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre. Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra; como está escrito:  Repartió, dio a los pobres;     Su justicia permanece para siempre. 10 Y el que da semilla al que siembra, y pan al que come, proveerá y multiplicará vuestra sementera, y aumentará los frutos de vuestra justicia, 11 para que estéis enriquecidos en todo para toda liberalidad, la cual produce por medio de nosotros acción de gracias a Dios.”

El principio de siembra y cosecha es una verdad universal ordenada por Dios; se aplica no solo a la agricultura, sino también al acto de dar. A pesar de que el Señor promete una cosecha abundante para quienes dan con generosidad, a muchos cristianos le sigue resultando difícil dejar de aferrarse al dinero.

Algunos temen que no les quedará suficiente si dan. Otros, movidos por el egoísmo, no están dispuestos a sacrificar placeres y comodidades. Quienes sucumben a sus temores o a su tacañería, desaprovecharán la gran cosecha que Dios quiere darles.

En medio de una economía caótica y de tiempos de incertidumbre, podemos encontrar nuestra seguridad en el Señor. El mundo dice que para tener suficiente tenemos que adquirir más. Pero el pasaje de hoy nos recuerda que al dar generosamente tendremos abundancia de provisión para nuestras necesidades (pan) y recursos para seguir siendo generosos (semilla).

Más allá de esto, el Señor promete también que la cosecha de nuestra justicia aumentará, y que seremos “enriquecidos en todo para toda liberalidad”. Las riquezas de Dios abarcan mucho más que las riquezas terrenales. La generosidad produce un carácter piadoso, que es valioso ahora y en la eternidad.

Aunque se nos ha dado la promesa de una cosecha abundante, ésta la tendrán solamente quienes siembren abundantemente. Al obedecer el plan de Dios en cuanto al dar, usted podrá estar libre de preocupaciones, porque Aquél que le garantiza una cosecha, es también el Señor omnipotente capaz de producirla.

(De Encontacto.org)

miércoles, 29 de abril de 2015

“La Paz Que Da la Sabiduría”

Meditación 29.4

Lectura bíblica en Proverbios 3.13-26 “Bienaventurado el hombre que halla la sabiduría, Y que obtiene la inteligencia; 14 Porque su ganancia es mejor que la ganancia de la plata, Y sus frutos más que el oro fino. 15 Más preciosa es que las piedras preciosas; Y todo lo que puedes desear, no se puede comparar a ella. 16 Largura de días está en su mano derecha; En su izquierda, riquezas y honra. 17 Sus caminos son caminos deleitosos, Y todas sus veredas paz. 18 Ella es árbol de vida a los que de ella echan mano, Y bienaventurados son los que la retienen. 19 Jehová con sabiduría fundó la tierra; Afirmó los cielos con inteligencia. 20 Con su ciencia los abismos fueron divididos, Y destilan rocío los cielos. 21 Hijo mío, no se aparten estas cosas de tus ojos; Guarda la ley y el consejo, 22 Y serán vida a tu alma, Y gracia a tu cuello. 23 Entonces andarás por tu camino confiadamente, Y tu pie no tropezará. 24 Cuando te acuestes, no tendrás temor, Sino que te acostarás, y tu sueño será grato. 25 No tendrás temor de pavor repentino, Ni de la ruina de los impíos cuando viniere, 26 Porque Jehová será tu confianza, Y él preservará tu pie de quedar preso.”

La sabiduría de lo alto puede definirse como la capacidad de ver las cosas de la manera que el Señor las ve, y actuar de acuerdo con sus preceptos. Uno de los grandes beneficios de esta manera de pensar es la paz. Por lo general, cuando la vida transcurre sin problemas y todo está bien con nosotros y nuestros seres queridos, nos resulta fácil sentirnos satisfechos. Pero, normalmente, cuando las situaciones se vuelven difíciles, la perspectiva de Dios se nos escapa, y nuestra paz es sustituida rápidamente por estrés, ansiedad y temor.
Para ver una circunstancia difícil desde la perspectiva del Señor, tenemos que contemplarla dentro de los límites de su carácter y sus atributos. Aun cuando los pormenores de la vida están más allá de nuestro control, Aquél que gobierna al universo sigue siendo el soberano sobre todas las cosas —hasta de los detalles más pequeños. Él nos ama incondicionalmente y siempre actúa para darnos lo mejor. Por tanto, si Él ha permitido una situación, es porque el resultado será para nuestro bien y para la gloria de Él.
Esta sabia perspectiva dará lugar a una santa respuesta —fe y confianza plenas en el Señor, a pesar de cualquier sufrimiento o dificultad. Gracias a que el Espíritu mora en nosotros, tenemos la seguridad de que Él es más que suficiente para lo que nos sobrevenga, lo que significa que somos competentes en Él.

Cuando dificultad le golpee, mantenga su mirada puesta en Dios. Al ver cada situación a través de los ojos del Señor, el estrés desaparecerá, la ansiedad será reemplazada por paz, y la confianza en el Señor acallará sus temores.
(De Encontacto.org)

martes, 28 de abril de 2015

“El Privilegio de Conocer a Dios”

Meditación 28.4

Lectura bíblica en Filipenses 3.7-11 “Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe; 10 a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte, 11 si en alguna manera llegase a la resurrección de entre los muertos.”

Es una tragedia que tantas personas pasen la vida sin llegar a conocer ni relacionarse con su Creador. Pasar por alto esa relación es perder el mayor privilegio que existe: conocer a Dios. Pero incluso los creyentes pueden desestimar el honor de conocer a Cristo más íntimamente.
La pasión del apóstol Pablo por conocer a Dios lo llevó a considerar todo lo demás como basura. Aunque existen creyentes que han aceptado a Cristo como Salvador, le sirven y confían en que estarán con Él en el cielo, no necesariamente tienen el anhelo de conocerlo íntimamente. ¿Cómo podemos conformarnos con ser salvos y tener tan poco interés en una relación tan especial? Buscar a Cristo con pasión requiere sacrificio ­—pasar tiempo con el Señor, rendirle nuestra voluntad y conocerle por medio del sufrimiento.
Aunque la salvación es un regalo, la intimidad con Dios es una práctica costosa, pero las recompensas son extraordinarias, invalorables y eternas.
El mundo nos inunda con cosas que nos distraen y que pueden ocupar nuestra mente y corazón, haciéndonos indiferentes al cultivo de una relación más profunda con Cristo. Algunas personas, incluso, en vez de buscar conocer a Cristo por medio de una relación, prefieren conocer hechos en cuanto a Él.

Descubra lo que le está impidiendo tener pasión por Dios. Piense en maneras de sacar tiempo cada día para estar a solas con Él. En su rutina diaria, busque su dirección y escuche su voz. Usted, también, con el tiempo considerará todo como basura en comparación con el conocimiento de Cristo.
 (De Encontacto.org)

lunes, 27 de abril de 2015

"El Dios que nos Justifica"

Dios habla hoy lunes, 27 de abril 2015

¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica.Romanos 8:33
Como un padre se compadece de sus hijos, Así se compadece el SEÑOR de los que Le temen.Salmos 103:13
La santificación no es para cobardes. Es agónica, y es el esfuerzo de toda una vida. No se trata de un asunto blanco y negro, todo o nada. Al recordar los accidentes y peripecias de nuestra propia jornada de crecimiento, podemos identificarnos con los que luchan con adicciones, deformaciones emocionales y ataduras de diversos tipos. Cuando reconocemos lo complejo, arduo y sutil que es el proceso de la santificación del creyente, esto nos permite ser más entendidos y pacientes con aquellos que experimentan caídas y fallas en su propio peregrinaje espiritual.
La contradicción y la inconsistencia son parte inevitable de la experiencia cristiana. La formación de un hijo o hija de Dios inevitablemente involucrará caídas penosas e inconsistencias que han de contradecir las aspiraciones más nobles del alma. Esto no es necesariamente indicio de una perversidad personal, sino producto de nuestra condición genética de seres caídos e imperfectos. No cabe la menor duda de que personajes bíblicos como Josafat, Abraham, David y Pedro, amaban apasionadamente a Dios. A través de toda su vida, dieron muestras de que estaban dispuestos a tomar grandes riesgos y confrontar grandes peligros para defender los intereses del Reino de Dios. Sin embargo, su condición de hombres caídos, propensos al pecado y a la desobediencia a pesar de sus mejores intenciones, los llevaron a pecar y errar en más de una ocasión.
Al detenerse a enfocar los momentos bajos de la biografía de estos personajes, la Palabra los humaniza. Los saca de la estratósfera espiritual y los hace descender a nuestro nivel. Les permite trascender su época, alcanzar a través de los siglos y hablarle a nuestra propia experiencia moderna. Nos provee la oportunidad de ver cómo gente que amaba tan profundamente a Dios podía también fallar en maneras tan dramáticas. Al analizar el alma tan compleja y matizada de estos hombres y mujeres de Dios, podemos entender mejor los resortes que mueven nuestra propia experiencia, y tener una comprensión más cabal de los principios que rigen el proceso de la santificación del creyente.
El salmista declara en Salmos 103:13-14: "Como el padre se compadece de los hijos, Se compadece Jehová de los que le temen. Porque él conoce nuestra condición; Se acuerda de que somos polvo"
Dios se compadece y es paciente con nosotros precisamente porque El sabe que nuestra naturaleza misma nos conduce inexorablemente al pecado. Por más que queramos, habrá momentos en que nuestra condición biológica misma nos hará tropezar y pecar contra el Dios que tanto amamos y queremos agradar. Por eso también el escritor de Eclesiastés declara: “Ciertamente no hay hombre justo en la tierra que haga el bien y nunca peque” (Eclesiastés 7:20).
Ese entendimiento sobrio y complejo de la condición de todo ser humano nos debe llevar, entonces, a una actitud de profunda misericordia y paciencia para con los demás. A la misma vez que nos alentamos entusiastamente hacia la santidad y la perfección a la cual nos llama la Palabra, debemos hacer provisión para los momentos de inconsistencia que inevitablemente vendrán.
Esa actitud tolerante no sólo nos permitirá perdonar a otros cuando nos fallen, sino que también nos permitirá perdonarnos a nosotros mismos cuando le fallemos a Dios. Paradójicamente, cuando asumimos esa postura iluminada, quedamos libres para agradar a Dios y hacer su voluntad. Al rehusarnos a condenarnos a nosotros mismos o a los demás, liberamos energías que podemos entonces canalizar hacia la verdadera batalla de sujetar nuestra carne a los principios de la Palabra de Dios.
Congregación León de Judás.   http://bendicion.info/d1/es/node/284800
(Escrito por el pastor y Dr. Roberto Miranda, quien está relacionado con la Congregación León de Judá desde 1982 y la pastorea desde 1985. Sus estudios seculares incluyen una Licenciatura en Relaciones Internacionales de la Universidad de Princeton, maestría y doctorado en Literatura Hispanoamericana de la Universidad de Harvard.)

“Maneras de Volvernos Viejos”

Meditación 27.4

Lectura bíblica en Génesis 47.7-9 “También José introdujo a Jacob su padre, y lo presentó delante de Faraón; y Jacob bendijo a Faraón. Y dijo Faraón a Jacob: ¿Cuántos son los días de los años de tu vida? Y Jacob respondió a Faraón: Los días de los años de mi peregrinación son ciento treinta años; pocos y malos han sido los días de los años de mi vida, y no han llegado a los días de los años de la vida de mis padres en los días de su peregrinación.”

Algunas veces, la mejor manera para entender un concepto es pensar en lo opuesto. Demos un vistazo a algunas maneras de cómo envejecer.
Jacob fue un hombre que se envejeció por ver sus circunstancias desde una perspectiva negativa. Nuestro pasaje de hoy revela que estaba insatisfecho con su vida. Aunque hay muchas cualidades en Jacob que podemos admirar, ésta no es una de ellas.
Nuestro enfoque determinará el nivel de satisfacción que tendremos en la vida. Quienes se mantienen jóvenes de espíritu buscan siempre evidencias de las maneras como el Todopoderoso les está ayudando, amando y guiando. Sin esta perspectiva,  los problemas de la vida pueden pasar a un primer plano, y causar desánimo.
También podemos envejecernos cuando llevamos cargas que no nos corresponden. Jesucristo invita a los trabajados y cargados a venir a Él para encontrar descanso (Mateo 11.28-30). Él quiere que estemos bajo su yugo y le permitamos llevar nuestra carga de cuidados y preocupaciones. Nuestro Salvador tiene una solución para cada carga, y quiere ayudarnos a ponerlas en Él.

¿Qué carga tiene usted que está envejeciendo su cuerpo, su alma y su espíritu? Ponga en práctica las soluciones del Señor Jesús: si es un espíritu amargado e inflexible, perdone; si es culpa, reconózcala y arrepiéntase; si es remordimiento por un pecado del pasado, crea que Cristo ya le ha perdonado; y si es ansiedad, désela a Dios, porque Él tiene cuidado de usted (1 Pedro 5.7).
 (De Encontacto.org)


viernes, 24 de abril de 2015

“Cuando Nos Sintamos Agotados”

Meditación 24.4

Lectura en Mateo 11.25-30 “En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños. 26 Sí, Padre, porque así te agradó. 27 Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar. 28 Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. 29 Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; 30 porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.”

Todos hemos experimentado el agotamiento físico ­­­—momentos de cansancio por las muchas actividades o dificultades que nos asaltan. Pero también, uno peor, el agotamiento espiritual por la presión de tratar de obedecer a Dios, de asistir fielmente a la iglesia, y de dedicar tiempo a orar y leer la Biblia. El simple hecho de pensar en todo lo que creemos que debemos, hacer para tener éxito espiritualmente, ¡puede ser abrumador!

Cuando experimentamos fatiga espiritual, se debe a menudo a una visión equivocada de nuestra fe. No nos damos cuenta de que tenemos una lista de haz esto o no hagas esto, esforzándonos por agradar a Dios con actividades religiosas. La vida cristiana no es una fórmula mediante la cual modificamos nuestro comportamiento para ganarnos la aprobación del Señor. Dios extendió su mano y nos reconcilió con Él en el momento que le pedimos que morara en nuestro corazón; por tanto, ya tenemos su aprobación.

La verdadera madurez espiritual implica una conciencia gradual de que nada de lo que podamos hacer —que ningún cambio de conducta—­­­ nos hará aceptables. Por el contrario, reconocemos nuestra incapacidad y debilidad, y vivimos más bien por fe. Entonces la omnipotencia de Dios puede ayudarnos a seguir adelante en la vida.


Piense en el poder de Dios como un río que corre por un terreno montañoso. Podemos caminar, resoplando y sudando, a lo largo del sendero, o simplemente podemos dejarnos llevar tranquilamente por el agua. No tendremos que gastar energías, porque la corriente nos llevará directamente a nuestro destino.

(De Encontacto.org)

jueves, 23 de abril de 2015

“Aprender de los Fracasos”

Lectura bíblica en Lucas 22.31-34 “Dijo también el Señor: Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo; 32 pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos. 33 El le dijo: Señor, dispuesto estoy a ir contigo no sólo a la cárcel, sino también a la muerte. 34 Y él le dijo: Pedro, te digo que el gallo no cantará hoy antes que tú niegues tres veces que me conoces.”

Pedro fue un hombre de gran fe y de acciones valerosas. Pero como sabemos, su manera de ser a veces lo llevó a cometer errores humillantes. Más de una ocasión, este discípulo fue etiquetado como “triste fracasado” en vez de como “siervo obediente”.

Todos podemos identificarnos con él en lo que se refiere a no estar a la altura de las expectativas. La obediencia a Dios es un proceso —algo que aprendemos. Y el fracaso es parte de nuestro desarrollo como siervos humildes. Cuando cedemos a la tentación o nos rebelamos contra la autoridad de Dios, nos damos cuenta de que el pecado tiene pocas recompensas.

El fracaso es una excelente herramienta de enseñanza, como podría atestiguar Pedro. Por medio de ensayo y error, descubrió que uno nunca debe apartar los ojos de Jesús (Mt 14.30); que el plan de Dios siempre debe tener prioridad sobre el del hombre (16.21-23; Juan 18.10-11); y que a los creyentes se les exige humildad (13.5-14). Pedro tomó con mucha seriedad cada una de esas lecciones, y de esa manera se fortaleció su fe. Dios utilizó los fracasos de Pedro como un material de capacitación, porque el discípulo estaba dispuesto a madurar y servir.

Dios no recompensa la rebeldía ni la transgresión. Sin embargo, por su gracia, Él bendice a quienes resuelven arrepentirse y aceptar el castigo para crecer.

Todos preferiríamos madurar en la fe sin cometer errores, pero no podemos negar que los deslices son instructivos. El fracaso nos enseña que es mucho más sabio ser obedientes al Señor. Esa es una lección que todos debemos tomar muy en serio.
 (De Encontacto.org)

miércoles, 22 de abril de 2015

“Jesucristo es el Señor”

Meditación 22.4

Lectura bíblica en Filipenses 2.5-11 “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, 10 para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; 11 y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.”

¿Qué significa que Jesucristo es el Señor? A veces escuchamos esta frase con tanta frecuencia, que es posible que perdamos el significado de su gran poder y trascendencia.

Señor es mucho más que un simple título que le da la Biblia a Jesús. El capítulo 2 de Filipenses enfatiza este hecho, mencionando repetidamente la palabra nombre. Vemos que Dios le dio a Jesús un “nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús” todos en el cielo y en la tierra se postren, y toda lengua “confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre”  (vv. 9-11).

En ese pasaje, el nombre dado a Jesús es nada menos que “Señor”. En realidad, esa palabra no se usa para referirse a lo que Jesús hace; sino simplemente a lo que Jesús es. Él es, y será siempre, el gobernante soberano de todo lo que hay en el cielo y en la tierra.

Por tanto, si estamos de acuerdo con esto, nuestra vida debe reflejar entonces esa confianza. ¿Hay algo en su vida que intenta esconder de Cristo? ¿Se ha negado a cumplir con algo que Él le ha llamado a hacer? Estos son actos de rebeldía, y demuestran simplemente nuestra falta de fe en Jesús como el Señor de su vida.

Un día, todo el mundo reconocerá que Cristo es Señor de señores (1 Timoteo 6.15). Nosotros, que somos sus hijos, debemos demostrar nuestra fe invitándolo a las áreas turbias de nuestra vida, y permitirle que nos conforme a su imagen. Podemos comenzar con la simple pero profunda confesión: “Jesús es el Señor”. Y cuando confesemos esas palabras, debemos ser conscientes de su significado.


(De EnContacto.org)

martes, 21 de abril de 2015

“Cuando Tenemos lo que Merecemos”

Meditación 21.4

Lectura bíblica en Romanos 14.7-9 “Porque ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí. Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos. Porque Cristo para esto murió y resucitó, y volvió a vivir, para ser Señor así de los muertos como de los que viven.”

¿Alguna vez ha estado usted cerca de personas que se niegan a aceptar ayuda? Tal vez las ha escuchado decir rotundamente: “¡No necesito la ayuda ni la caridad de nadie!” Hasta cierto punto respetamos a personas así por su disposición de valerse por sí mismas. Sin embargo, cuando esta conducta es extrema, puede dar lugar a serios problemas espirituales.

En su mirada alegórica de la eternidad, C. S. Lewis describe en su libro El Gran Divorcio a una persona que lo único que quiere es “sus derechos”. Es decir, quiere solamente lo que merece —ni más ni menos.

A primera vista, esto parece ser un acto de humildad. Sin embargo, tal actitud es muchas veces el fruto de falsa humildad, y realmente es motivada por el orgullo. Si estamos decididos a resolver los problemas por nosotros mismos, rechazando todos los ofrecimientos de ayuda, entonces fracasamos miserablemente cuando tratamos de no pecar.

El pecado es un problema de todos. La Biblia deja claro que no hay forma de evadirlo: “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3.23). Siendo así, ¿cuál es el precio que hay que pagar por pecar? Romanos 6.23 revela que “la paga del pecado es muerte”.


Si nosotros, al igual que el orgulloso hombre del libro de Lewis, aceptamos solamente “nuestros derechos”, entonces el pecado y la muerte reinarán en nuestras vidas. Podemos vencer la carga del pecado solamente cuando renunciamos a nuestro orgullo y aceptamos humildemente lo que no merecíamos —el amoroso sacrificio del Señor Jesucristo a favor nuestro. (De Encontacto.org)

lunes, 20 de abril de 2015

“El Trono de la Gracia de Dios”

Meditación 20.4

Lectura bíblica en Hebreos 4.13-16 “Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta. 14 Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. 15 Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. 16 Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.”

Cuando la tristeza, la depresión o la soledad nos asaltan, podemos sentir como si no hubiera nadie a quién acudir. Pero Dios nos dice claramente que vayamos directamente a su trono de gracia, cuando tengamos necesidad de algo.

La visión del profeta Isaías de esta escena es tan abrumadora, que exclama: “¡Ay de mí, que estoy perdido! Soy un hombre de labios impuros y vivo en medio de un pueblo de labios blasfemos, ¡y no obstante mis ojos han visto al Rey, al Señor Todopoderoso!” (Isaías 6.5). Esta sala del trono está llena de la gloria, el poder y la radiante majestad de Dios.

Nosotros, al igual que Isaías, podemos sentirnos indignos, pero Dios nos extiende su gran misericordia y su gran amor desde su trono, quitando nuestro pecado. Podemos acercarnos a Dios una vez que le hayamos dado nuestras vidas por medio de Cristo. Al pedirle al Señor Jesús que nos salve, la puerta del cielo se abre de par en par, y somos introducidos a la sala del trono. Allí se nos da la bienvenida, porque el Señor Jesús es nuestro intercesor; Él nos da acceso al Dios de toda la creación. Porque el Señor Jesús experimentó lo mismo que nosotros, y se compadece de nuestras debilidades.


Jesús fue tentado al igual que nosotros, pero nunca pecó, y siempre fue uno con el Padre. Él nos invita a seguir sus pasos. Su muerte y su resurrección hacen posible que podamos recibir misericordia y gracia en todo momento. Por eso, en vez de quedarnos solos con nuestro dolor, fuera de este maravilloso lugar donde siempre somos aceptados, debemos atravesar las puertas abiertas, e ir directamente a la presencia de nuestro Padre celestial.
(De Ministerios en Contacto)

“Cómo Buscar a Dios”

Meditación 17.4

Lectura bíblica en 2 Crónicas 31.20, 21 “De esta manera hizo Ezequías en todo Judá; y ejecutó lo bueno, recto y verdadero delante de Jehová su Dios.  En todo cuanto emprendió en el servicio de la casa de Dios, de acuerdo con la ley y los mandamientos, buscó a su Dios, lo hizo de todo corazón, y fue prosperado.”
El rey Ezequías de Judá servía fielmente al Señor, y estaba empeñado en buscar a Dios con fervor, por lo cual Él lo prosperó.

Dios quiere estar conectado estrechamente con nosotros, de la misma manera que un padre y un hijo que se aman el uno al otro. Nuestra búsqueda de Él debe caracterizarse por la:

Concentración. Cuando nos acercamos a la Palabra de Dios con una mente distraída, o cuando nuestro enfoque se aparta a otros temas, tenemos un corazón dividido. El Señor desea tener toda nuestra atención; quiere el primer lugar; que le demos prioridad sobre todo lo demás que sea importante para nosotros (Jeremías 29.13; Mateo 6.33).

Diligencia. Debemos sentir devoción por Dios, y dar especial atención a lo que Él dice. Esto requiere un esfuerzo constante para entender cómo actúa, y lo que quiere que hagamos.

Perseverancia. Buscar al Señor debe ser un esfuerzo constante y sostenido, que nos lleve a estar más cerca de Él y a participar más en su obra (Salmos 42.1).

Confianza. Tenemos que creer que Dios quiere que le conozcamos, y que Él desea lo mejor para nosotros. La convicción es un componente esencial de la confianza (Proverbios 3.5).

Humildad. Dependemos totalmente de Dios para todas las cosas de la vida, y le complace que nos acerquemos a Él con humildad (Isaías 66.2).


Cuando nuestro corazón anhela a Dios, Él se deleita en revelarse a sí mismo y derramar bendiciones sobre nosotros (Hebreos 11.6). Haga una evaluación sincera de qué tan anhelante es su búsqueda de Él.
 (De Encontacto.org)

jueves, 16 de abril de 2015

“Orar con Poder”

Lectura bíblica en Santiago 5.13-18 ¿Está alguno entre vosotros afligido? Haga oración. ¿Está alguno alegre? Cante alabanzas. 14 ¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. 15 Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados. 16 Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho. 17 Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviese, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses. 18 Y otra vez oró, y el cielo dio lluvia, y la tierra produjo su fruto.”

¿Alguna vez ha visto usted a un corredor cerca del final de una carrera? Cada músculo se tensa por el deseo del atleta de llegar primero. Esta es la misma clase de deseo ferviente que Dios quiere ver en la vida de oración del creyente. “La oración eficaz del justo puede mucho” .

A veces, los creyentes usan ciertas frases clave —“en el nombre de Jesús” o “si es tu voluntad”— como si tales expresiones tuvieran un poder mágico. Las personas se convencen de que si utilizan una frase especial, Dios seguramente estará encantado y responderá su petición. Pero el poder no se encuentra en las palabras que decimos, porque el Señor no puede ser obligado a hacer nada que esté fuera de su voluntad. El poder de la oración está en la respuesta de Dios. Él responde a las peticiones de los justos liberando su poder sobrenatural.

Una persona que no ora es una persona sin poder. Cuando dedicamos poco tiempo a la comunicación con el Padre celestial, no podemos esperar ver resultados asombrosos. El poder de Dios se libera en respuesta a nuestro deseo ferviente de recibir su ayuda. Un creyente que tiene fe está decidido a orar hasta obtener respuesta, no importa los obstáculos que Satanás ponga. Se detiene solo cuando Dios responde, o cuando el Padre celestial indique claramente que la petición está fuera de su voluntad.


Los creyentes sabios dedican tiempo y energías a las peticiones de gran importancia. Por nuestra relación con Cristo, hemos sido perdonados, lo que significa que tenemos la oportunidad de comunicarnos con el Señor mediante la oración.

(De Ministerios en Contacto)

miércoles, 15 de abril de 2015

“La Resurrección: ¿Tiene Importancia?”

Lectura bíblica en Hechos 2.22-24 “Varones israelitas, oíd estas palabras: Jesús nazareno, varón aprobado por Dios entre vosotros con las maravillas, prodigios y señales que Dios hizo entre vosotros por medio de él, como vosotros mismos sabéis; 23 a éste, entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios, prendisteis y matasteis por manos de inicuos, crucificándole; 24 al cual Dios levantó, sueltos los dolores de la muerte, por cuanto era imposible que fuese retenido por ella.”

Creer que el Señor Jesucristo resucitó de los muertos es fundamental para los cristianos. Reconocer simplemente que Él murió por nuestros pecados, no es suficiente; tenemos que aceptar su Resurrección para poder recibir la vida eterna. Cristo pagó nuestra deuda, pero su sacrificio en la cruz no significa nada, a menos que Él tenga poder sobre la tumba. Al imponerse sobre el mal y la muerte, el Señor hizo posible nuestra salvación.

La resurrección de Jesús demostró que tenía el poder de quitar el pecado y su castigo. Creer que Cristo permaneció muerto significaría aceptar lo contrario: Que los creyentes siguen estando en el pecado. Y el final inevitable de una vida de pecado es la muerte. Por consiguiente, una persona que niega la naturaleza eterna de Cristo mira hacia un futuro sin esperanza. Bertrand Russell, un famoso filósofo ateo, dio esta triste descripción de tal desesperanza: “Breve y estéril es la vida del hombre; sobre él y sobre todo su linaje, se abate la muerte, de una manera despiadada, lenta e infalible”.

En vez de disfrutar de la esperanza de un hogar en el cielo, quienes rechazan la resurrección son esclavos del presente. La profesión, la familia y las buenas obras pueden ofrecer un placer breve, pero no la clase de gozo que da saber que disfrutamos de una relación con el Señor y vivimos dentro de su voluntad.


La resurrección no es un tema para un debate teológico. O creemos que Cristo resucitó de los muertos y ascendió al cielo, o no lo creemos. Si rechazamos su victoria sobre la tumba, nos negamos a nosotros mismos un lugar en el cielo. Pero si aceptamos la verdad, seremos salvos.
 (De Encontacto.org)

martes, 14 de abril de 2015

“El Camino de la Fe”

Lectura bíblica en Hebreos 11.23-28 “Por la fe Moisés, cuando nació, fue escondido por sus padres por tres meses, porque le vieron niño hermoso, y no temieron el decreto del rey. 24 Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón, 25 escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado, 26 teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón. 27 Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se sostuvo como viendo al Invisible. 28 Por la fe celebró la pascua y la aspersión de la sangre, para que el que destruía a los primogénitos no los tocase a ellos.”

Muchas personas consideran a Moisés un “pilar” bíblico de los días del Antiguo Testamento —un hombre sin igual en devoción a Dios. Ciertamente, él tuvo encuentros excepcionales con el Todopoderoso, y fue llamado a hacer grandes cosas con la ayuda del Señor. Sin embargo, al igual que nosotros, era un ser humano pecador. Pero el Nuevo Testamento lo elogia por algo que todos nosotros podemos tener: fe.

Los versículos de hoy son parte del pasaje conocido como los “Campeones de la fe”. Quienes tuvieron la honra de ser incluidos en este capítulo de la Biblia, fueron escogidos porque actuaron con obediencia, y Dios hizo grandes cosas por medio de ellos.

Nosotros, también, podemos ver la mano de Dios cuando actuamos por fe. Cuando confiamos en Él y le obedecemos, Dios manifiesta su poder y demuestra que realmente es el Señor. Al actuar con su poder en medio de nuestra debilidad, nos enseña a confiar en Él.

Eso no quiere decir que el camino sea fácil; Jesús advirtió que el camino de la fe incluye sufrimiento. De hecho, muchos de los primeros cristianos fueron maltratados o asesinados por causa de Él; y aun hoy la fe enfrenta una dura persecución en diversas partes del mundo. Aunque es posible que esa no sea nuestra experiencia, cada uno de nosotros ha sido ridiculizado, malentendido o rechazado por seguir a Cristo.

Aun la persecución leve puede llevarnos a preguntarnos si vivir nuestra fe vale la pena. La verdad es que es la mejor manera de vivir. Dios responde a la fe de sus hijos, demostrándoles su poder y proporcionándoles gozo.
 (De Ministerios en Contacto)


lunes, 13 de abril de 2015

“Nuestro Mayor Tesoro”

Lectura bíblica en Mateo 8.5-13 “Entrando Jesús en Capernaum, vino a él un centurión, rogándole, y diciendo: Señor, mi criado está postrado en casa, paralítico, gravemente atormentado. Y Jesús le dijo: Yo iré y le sanaré. Respondió el centurión y dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente di la palabra, y mi criado sanará. Porque también yo soy hombre bajo autoridad, y tengo bajo mis órdenes soldados; y digo a éste: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace. 10 Al oírlo Jesús, se maravilló, y dijo a los que le seguían: De cierto os digo, que ni aun en Israel he hallado tanta fe. 11 Y os digo que vendrán muchos del oriente y del occidente, y se sentarán con Abraham e Isaac y Jacob en el reino de los cielos; 12 mas los hijos del reino serán echados a las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes. 13 Entonces Jesús dijo al centurión: Ve, y como creíste, te sea hecho. Y su criado fue sanado en aquella misma hora.”

¿Cuál considera usted que sea su propiedad más valiosa? La casa, el automóvil, o los ahorros ocuparían probablemente el primer puesto en la lista de la mayoría de las personas. Pero si las cosas materiales no dan la felicidad, ¿por qué tantas personas se esfuerzan por acumularlas? Lamentablemente, en la carrera por tener “más” y “mejores” cosas, mucha gente pasa por alto el activo más valioso: la fe.

Hebreos 11.1 define a la fe como “la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”, y esto se refiere a poner la fe en Jesucristo como Salvador. La fe no es algo que podamos obtener por nuestros propios esfuerzos; es un don de Dios.

Piense en el poder que Dios pone a nuestra disposición. En Mateo 17.20, Jesús dijo que una fe tan pequeña como un grano de mostaza nos permite ver milagros. El libro de Hechos revela que la fe de los apóstoles dio como resultado numerosas sanidades (Hechos 3.1-8; 5.16). Y el evangelio de Mateo nos dice que por la fe de una mujer cananea, su hija fue liberada de la posesión demoníaca (Mateo 15.22-28).

La confianza en Cristo es más que un medio para recibir milagros —es el camino a la salvación. La Biblia declara que no hay nada que podamos hacer para lograr la seguridad eterna en el reino de Dios; somos salvos solo por gracia (Efesios 2.8, 9).

La mejor manera para avanzar es recibir primero el mayor regalo, que es la fe en Cristo. Romanos 10.9 dice: “Si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo”. En ninguna otra parte se encuentran la salvación y la vida abundante.

 (De Encontacto.org)



viernes, 10 de abril de 2015

“Cómo Hallar Fortaleza en el Señor”

Lectura bíblica en Salmos 31 “En ti, oh Jehová, he confiado; no sea yo confundido jamás;  Líbrame en tu justicia. Inclina a mí tu oído, líbrame pronto; Sé tú mi roca fuerte, y fortaleza para salvarme. Porque tú eres mi roca y mi castillo; Por tu nombre me guiarás y me encaminarás. Sácame de la red que han escondido para mí, Pues tú eres mi refugio. En tu mano encomiendo mi espíritu; Tú me has redimido, oh Jehová, Dios de verdad. Aborrezco a los que esperan en vanidades ilusorias; Mas yo en Jehová he esperado. Me gozaré y alegraré en tu misericordia, Porque has visto mi aflicción; Has conocido mi alma en las angustias. No me entregaste en mano del enemigo; Pusiste mis pies en lugar espacioso. Ten misericordia de mí, oh Jehová, porque estoy en angustia; Se han consumido de tristeza mis ojos, mi alma también y mi cuerpo. 10 Porque mi vida se va gastando de dolor, y mis años de suspirar; Se agotan mis fuerzas a causa de mi iniquidad, y mis huesos se han consumido. 11 De todos mis enemigos soy objeto de oprobio, Y de mis vecinos mucho más, y el horror de mis conocidos; Los que me ven fuera huyen de mí. 12 He sido olvidado de su corazón como un muerto; He venido a ser como un vaso quebrado. 13 Porque oigo la calumnia de muchos; El miedo me asalta por todas partes, Mientras consultan juntos contra mí E idean quitarme la vida. 14 Mas yo en ti confío, oh Jehová; Digo: Tú eres mi Dios. 15 En tu mano están mis tiempos; Líbrame de la mano de mis enemigos y de mis perseguidores. 16 Haz resplandecer tu rostro sobre tu siervo; Sálvame por tu misericordia. 17 No sea yo avergonzado, oh Jehová, ya que te he invocado; Sean avergonzados los impíos, estén mudos en el Seol. 18 Enmudezcan los labios mentirosos, Que hablan contra el justo cosas duras con soberbia y menosprecio. 19 !!Cuán grande es tu bondad, que has guardado para los que te temen, Que has mostrado a los que esperan en ti, delante de los hijos de los hombres! 20 En lo secreto de tu presencia los esconderás de la conspiración del hombre; Los pondrás en un tabernáculo a cubierto de contención de lenguas. 21 Bendito sea Jehová, Porque ha hecho maravillosa su misericordia para conmigo en ciudad fortificada. 22 Decía yo en mi premura: Cortado soy de delante de tus ojos; Pero tú oíste la voz de mis ruegos cuando a ti clamaba. 23 Amad a Jehová, todos vosotros sus santos; A los fieles guarda Jehová, Y paga abundantemente al que procede con soberbia. 24 Esforzaos todos vosotros los que esperáis en Jehová, Y tome aliento vuestro corazón.”

El mundo no ofrece mucha esperanza, pero Dios sí. Mucho antes de que fuera rey, David se desvió de la voluntad de Dios. Para estar más allá del alcance de Saúl, buscó refugio entre los filisteos, y cuando regresó a las cenizas de su ciudad, Siclag, estaba totalmente angustiado.

Pero DAVID SE FORTALECIÓ EN JEHOVÁ (1Samuel 30.6). Aunque la Biblia no lo especifica, creo que experimentó un proceso espiritual de cinco pasos.

- Primero, SE  ARREPINTIÓ. El arrepentimiento es un cambio de parecer que resulta en un cambio de conducta. Al reconocer su error, David escogió una nueva dirección.

- Segundo, RECORDÓ LA FIDELIZAD DE DIOS en momentos difíciles del pasado.

- Tercero, REFLEXIONÓ EN EL PODER DEL SEÑOR. Estaba emocional, física y espiritualmente agotado, pero había estado agotado antes y sabía que el poder de Dios era suficiente para él.

- Cuarto, David RECORDÓ LAS PROMESAS DE DIOS. Sus salmos revelan que él valoraba la certeza de la protección, la paz y la ayuda del Señor en sus dificultades.

- Quinto, RESOLVIÓ CONFIAR EN DIOS, en vez de entregarse a la desesperación que amenazaba con aplastarlo. En respuesta a la fe de David, Dios le dio la fortaleza que necesitaba desesperadamente.

Si usted se rinde a Dios en sus momentos de desesperación, Él le dará lo que necesite, como lo hizo con David. El Señor quiere dar fuerzas a sus hijos, para que puedan sostenerse bajo el peso de las circunstancias difíciles. Por tanto, sométase a Él; en algún momento, usted echará una mirada al pasado y, sin duda, recordará aquel día como el comienzo de un nuevo crecimiento en su fe. 
(De Encontacto.org)

Lectura antes de iniciar las labores:  Proverbios 10:14-32  “4. Los sabios guardan la sabiduría; Mas la boca del necio es calamidad cercana. 15. Las riquezas del rico son su ciudad fortificada; Y el desmayo de los pobres es su pobreza. 16. La obra del justo es para vida;  Mas el fruto del impío es para pecado. 17. Camino a la vida es guardar la instrucción;  Pero quien desecha la reprensión, yerra. 18. El que encubre el odio es de labios mentirosos;  Y el que propaga calumnia es necio. 19. En las muchas palabras no falta pecado;  Mas el que refrena sus labios es prudente. 20. Plata escogida es la lengua del justo;  Mas el corazón de los impíos es como nada. 21. Los labios del justo apacientan a muchos,  Mas los necios mueren por falta de entendimiento. 22. La bendición de Jehová es la que enriquece,  Y no añade tristeza con ella. 23. El hacer maldad es como una diversión al insensato;  Mas la sabiduría recrea al hombre de entendimiento. 24. Lo que el impío teme, eso le vendrá;  Pero a los justos les será dado lo que desean. 25. Como pasa el torbellino, así el malo no permanece;  Mas el justo permanece para siempre. 26. Como el vinagre a los dientes, y como el humo a los ojos,  Así es el perezoso a los que lo envían. 27. El temor de Jehová aumentará los días;  Mas los años de los impíos serán acortados. 28. La esperanza de los justos es alegría;  Mas la esperanza de los impíos perecerá. 29. El camino de Jehová es fortaleza al perfecto;  Pero es destrucción a los que hacen maldad. 30. El justo no será removido jamás; Pero los impíos no habitarán la tierra. 31. La boca del justo producirá sabiduría;  Mas la lengua perversa será cortada. 32. Los labios del justo saben hablar lo que agrada;  Mas la boca de los impíos habla perversidades.”


jueves, 9 de abril de 2015

“Bendecido con Menos”

Lectura bíblica en Salmos 81.6-16  “Aparté su hombro de debajo de la carga; Sus manos fueron descargadas de los cestos. En la calamidad clamaste, y yo te libré; Te respondí en lo secreto del trueno; Te probé junto a las aguas de Meriba. Oye, pueblo mío, y te amonestaré. Israel, si me oyeres, No habrá en ti dios ajeno, Ni te inclinarás a dios extraño. 10 Yo soy Jehová tu Dios, Que te hice subir de la tierra de Egipto; Abre tu boca, y yo la llenaré. 11 Pero mi pueblo no oyó mi voz, E Israel no me quiso a mí. 12 Los dejé, por tanto, a la dureza de su corazón; Caminaron en sus propios consejos. 13 !!Oh, si me hubiera oído mi pueblo, Si en mis caminos hubiera andado Israel! 14 En un momento habría yo derribado a sus enemigos, Y vuelto mi mano contra sus adversarios. 15 Los que aborrecen a Jehová se le habrían sometido, Y el tiempo de ellos sería para siempre. 16 Les sustentaría Dios con lo mejor del trigo, Y con miel de la peña les saciaría.”

El pasaje de hoy describe una imagen habitual en cuanto a la bendición del Señor. Lo leemos, y concluimos que si escuchamos y obedecemos a Dios, Él nos dará más y más. Tendemos a pensar en las bendiciones como beneficios que el Señor nos da para que los disfrutemos.

Podemos alabar a Dios por un aumento de sueldo. Podemos darle gracias por una nueva relación. En nuestra mente, la palabra bendición se ha convertido en sinónimo de regalo, ¿verdad?

A muchos creyentes puede sorprenderles saber que Dios, muchas veces, nos bendice quitándonos cosas. Piensan: ¿Qué? ¿Cómo puede Dios bendecirme al darme menos de lo que deseo?

Esta manera de pensar revela un problema de orgullo. Es fácil suponer que sabemos lo que es mejor para nosotros. Nuestra conclusión lógica es: si algo me gusta, entonces debe ser bueno y correcto. Por tanto, la bendición del Señor debiera ser darme más de eso, ¿correcto?

No. Las cosas que Dios trae a nuestra vida son las que Él sabe que nos bendecirán. Nuestra miope perspectiva nos impide ver todo el panorama, pero Él lo ve todo de principio a fin. Sabe si cierta relación o más dinero serán, al final, una bendición o una maldición. En algunas situaciones, lo mejor que Él puede “dar” es quitarnos algo.


El Señor, algunas veces, decide “bendecir con menos”. ¿Puede usted recordar una desilusión específica que le llevó a dudar de que Él estuviera actuando para darle lo mejor? Con el paso del tiempo y con la perspectiva, ¿puede ver ahora el tierno cuidado de Dios para con usted cuando le quitó algo? 

(De Encontacto.org)

miércoles, 8 de abril de 2015

“La Bendición de Dios”

Lectura en Génesis 12.1-4 “ Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra. Y se fue Abram, como Jehová le dijo; y Lot fue con él. Y era Abram de edad de setenta y cinco años cuando salió de Harán.”

 “¡Dios le bendiga!” Escuchamos esto todo el tiempo, ¿verdad? Escuchamos tan a menudo esta frase, que no nos detenemos a considerar lo que significa.

En Génesis 12, la orden de Dios a Abram revela su maravillosa promesa de crear una nación próspera a partir de este hombre, y de darle renombre imperecedero. Pero, además, Dios extiende también su bendición a la familia de Abram y, en última instancia, a una escala mundial, prometiendo bendecir a toda la humanidad por lo que estaba haciendo en la vida de esta persona específica.

Por tanto, cuando el Señor habla de bendecir a alguien, significa que le promete intervenir de manera clara y poderosa su vida. Esto pudiera significar darle una familia próspera y feliz o, posiblemente, prosperidad económica. También pudiera implicar seguridad emocional o discernimiento espiritual. El Padre celestial pudiera tener en mente darle honra, sabiduría o un propósito eterno. De hecho, vemos cada una de estas cosas en la promesa de Dios a Abraham.

Pero no pasemos por alto dos condiciones para tener el favor del Señor. Al observar la vida de Abram, vemos que Dios valora la OBEDIENCIA y la FE (Génesis 12.4; 15.6; 22.2-3, 12).


Dios quiere traer abundancia a su vida. Asegúrese de que su bendición no esté siendo obstaculizada

Hágase estas preguntas: ¿Estoy confiando en Él? ¿He  dejado de hacer algo que el Señor me ha pedido que haga? Ríndase a su llamada, y abra sus brazos para recibir lo que su Padre celestial anhela darle
(De Encontacto.org)

Que no seas tú el obstáculo para recibir tu bendición...OBEDECE a la Palabra de Dios y espera con FE.


ESA GRACIA INMERECIDA DE DIOS

27.11.2024 SANTIAGO 1.17-18  “ Toda buena dádiva y don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, n...