Lectura bíblica en 2 Corintios 9.6-11 “Pero
esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente;
y el que siembra generosamente, generosamente también segará. 7 Cada
uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios
ama al dador alegre. 8 Y poderoso es Dios para hacer que abunde
en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo
lo suficiente, abundéis para toda buena obra; 9 como está
escrito: Repartió, dio a los pobres; Su justicia
permanece para siempre. 10 Y el que da semilla al que
siembra, y pan al que come, proveerá y multiplicará vuestra sementera, y
aumentará los frutos de vuestra justicia, 11 para que estéis
enriquecidos en todo para toda liberalidad, la cual produce por medio de
nosotros acción de gracias a Dios.”
El principio de siembra y cosecha es una verdad universal
ordenada por Dios; se aplica no solo a la agricultura, sino también al acto de
dar. A pesar de que el Señor promete una cosecha abundante para
quienes dan con generosidad, a muchos cristianos le sigue resultando difícil
dejar de aferrarse al dinero.
Algunos temen que no les quedará suficiente si dan. Otros,
movidos por el egoísmo, no están dispuestos a sacrificar placeres y
comodidades. Quienes sucumben a sus temores o a su tacañería, desaprovecharán
la gran cosecha que Dios quiere darles.
En medio de una economía caótica y de tiempos de
incertidumbre, podemos encontrar nuestra seguridad en el Señor. El mundo dice
que para tener suficiente tenemos que adquirir más. Pero el pasaje de hoy nos
recuerda que al dar generosamente tendremos abundancia de provisión para
nuestras necesidades (pan) y recursos para seguir siendo generosos (semilla).
Más allá de esto, el Señor promete también que la cosecha
de nuestra justicia aumentará, y que seremos “enriquecidos en todo para
toda liberalidad”. Las riquezas de Dios abarcan mucho más que las riquezas
terrenales. La generosidad produce un carácter piadoso, que es valioso
ahora y en la eternidad.
Aunque se nos ha dado la promesa de una cosecha abundante,
ésta la tendrán solamente quienes siembren abundantemente. Al obedecer el plan
de Dios en cuanto al dar, usted podrá estar libre de preocupaciones,
porque Aquél que le garantiza una cosecha, es también el Señor omnipotente
capaz de producirla.
(De Encontacto.org)
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