Lectura bíblica en Mateo 8.5-13
“Entrando Jesús en Capernaum, vino a él un centurión, rogándole, 6 y
diciendo: Señor, mi criado está postrado en casa, paralítico, gravemente
atormentado. 7 Y Jesús le dijo: Yo iré y le sanaré. 8 Respondió
el centurión y dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente
di la palabra, y mi criado sanará. 9 Porque también yo soy
hombre bajo autoridad, y tengo bajo mis órdenes soldados; y digo a éste: Ve, y
va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace. 10 Al
oírlo Jesús, se maravilló, y dijo a los que le seguían: De cierto os digo, que
ni aun en Israel he hallado tanta fe. 11 Y os digo que vendrán
muchos del oriente y del occidente, y se sentarán con Abraham e Isaac y Jacob
en el reino de los cielos; 12 mas los hijos del reino serán
echados a las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes. 13 Entonces
Jesús dijo al centurión: Ve, y como creíste, te sea hecho. Y su criado fue
sanado en aquella misma hora.”
¿Cuál considera usted que sea su propiedad más valiosa? La
casa, el automóvil, o los ahorros ocuparían probablemente el primer puesto en
la lista de la mayoría de las personas. Pero si las cosas materiales no dan la
felicidad, ¿por qué tantas personas se esfuerzan por acumularlas?
Lamentablemente, en la carrera por tener “más” y “mejores” cosas, mucha gente
pasa por alto el activo más valioso: la fe.
Hebreos 11.1 define a la fe como “la certeza de lo que se
espera, la convicción de lo que no se ve”, y esto se refiere a poner la fe en
Jesucristo como Salvador. La fe no es algo que podamos obtener por
nuestros propios esfuerzos; es un don de Dios.
Piense en el poder que Dios pone a nuestra disposición. En Mateo 17.20,
Jesús dijo que una fe tan pequeña como un grano de mostaza nos permite ver
milagros. El libro de Hechos revela que la fe de los apóstoles dio como
resultado numerosas sanidades (Hechos 3.1-8; 5.16).
Y el evangelio de Mateo nos dice que por la fe de una mujer cananea, su hija
fue liberada de la posesión demoníaca (Mateo 15.22-28).
La confianza en Cristo es más que un medio para recibir
milagros —es el camino a la salvación. La Biblia declara que no hay nada que
podamos hacer para lograr la seguridad eterna en el reino de Dios; somos salvos
solo por gracia (Efesios 2.8, 9).
La mejor manera para avanzar es recibir primero el mayor
regalo, que es la fe en Cristo. Romanos 10.9
dice: “Si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en
tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo”. En
ninguna otra parte se encuentran la salvación y la vida abundante.
(De Encontacto.org)
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