Meditación 24.4
Lectura en Mateo 11.25-30 “En aquel tiempo,
respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra,
porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las
revelaste a los niños. 26 Sí, Padre, porque así te agradó. 27 Todas
las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino
el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo
lo quiera revelar. 28 Venid
a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. 29 Llevad
mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde
de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; 30 porque
mi yugo es fácil, y ligera mi carga.”
Todos
hemos experimentado el agotamiento físico —momentos de cansancio por las muchas
actividades o dificultades que nos asaltan. Pero también, uno peor, el
agotamiento espiritual por la presión de tratar de obedecer a Dios, de asistir
fielmente a la iglesia, y de dedicar tiempo a orar y leer la Biblia. El simple
hecho de pensar en todo lo que creemos que debemos, hacer para tener éxito
espiritualmente, ¡puede ser abrumador!
Cuando
experimentamos fatiga espiritual, se debe a menudo a una visión equivocada de
nuestra fe. No nos damos cuenta de que tenemos una lista de haz esto o no
hagas esto, esforzándonos por agradar a Dios con actividades religiosas. La
vida cristiana no es una fórmula mediante la cual modificamos nuestro
comportamiento para ganarnos la aprobación del Señor.
Dios extendió su mano y nos reconcilió con Él en el momento que le pedimos que
morara en nuestro corazón; por tanto, ya tenemos su aprobación.
La
verdadera madurez espiritual implica una conciencia gradual de que nada de lo
que podamos hacer —que ningún cambio de conducta— nos hará aceptables.
Por el contrario, reconocemos nuestra incapacidad y debilidad, y vivimos más
bien por fe. Entonces la omnipotencia de Dios puede ayudarnos a seguir adelante
en la vida.
Piense
en el poder de Dios como un río que corre por un terreno montañoso. Podemos caminar,
resoplando y sudando, a lo largo del sendero, o simplemente podemos dejarnos
llevar tranquilamente por el agua. No tendremos que gastar energías, porque la
corriente nos llevará directamente a nuestro destino.
(De Encontacto.org)
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