martes, 14 de abril de 2015

“El Camino de la Fe”

Lectura bíblica en Hebreos 11.23-28 “Por la fe Moisés, cuando nació, fue escondido por sus padres por tres meses, porque le vieron niño hermoso, y no temieron el decreto del rey. 24 Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón, 25 escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado, 26 teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón. 27 Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se sostuvo como viendo al Invisible. 28 Por la fe celebró la pascua y la aspersión de la sangre, para que el que destruía a los primogénitos no los tocase a ellos.”

Muchas personas consideran a Moisés un “pilar” bíblico de los días del Antiguo Testamento —un hombre sin igual en devoción a Dios. Ciertamente, él tuvo encuentros excepcionales con el Todopoderoso, y fue llamado a hacer grandes cosas con la ayuda del Señor. Sin embargo, al igual que nosotros, era un ser humano pecador. Pero el Nuevo Testamento lo elogia por algo que todos nosotros podemos tener: fe.

Los versículos de hoy son parte del pasaje conocido como los “Campeones de la fe”. Quienes tuvieron la honra de ser incluidos en este capítulo de la Biblia, fueron escogidos porque actuaron con obediencia, y Dios hizo grandes cosas por medio de ellos.

Nosotros, también, podemos ver la mano de Dios cuando actuamos por fe. Cuando confiamos en Él y le obedecemos, Dios manifiesta su poder y demuestra que realmente es el Señor. Al actuar con su poder en medio de nuestra debilidad, nos enseña a confiar en Él.

Eso no quiere decir que el camino sea fácil; Jesús advirtió que el camino de la fe incluye sufrimiento. De hecho, muchos de los primeros cristianos fueron maltratados o asesinados por causa de Él; y aun hoy la fe enfrenta una dura persecución en diversas partes del mundo. Aunque es posible que esa no sea nuestra experiencia, cada uno de nosotros ha sido ridiculizado, malentendido o rechazado por seguir a Cristo.

Aun la persecución leve puede llevarnos a preguntarnos si vivir nuestra fe vale la pena. La verdad es que es la mejor manera de vivir. Dios responde a la fe de sus hijos, demostrándoles su poder y proporcionándoles gozo.
 (De Ministerios en Contacto)


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