martes, 16 de diciembre de 2014

“Porque un Niño nos es nacido”

En este tiempo de celebración de la navidad, un mensaje bien claro y edificador sobre el tema.      Escrito por nuestro hermano Antonio Bolainez
“Aconteció en aquellos días que se promulgó un edicto de parte de Augusto César, que todo el mundo fuera empadronado. Este primer censo se hizo siendo Cirenio gobernador de Siria. E iban todos para ser empadronados, cada uno a su ciudad. También José subió de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por cuanto era de la casa y familia de David, para ser empadronado con María su mujer, desposada con él, la cual estaba encinta. Aconteció que estando ellos allí se le cumplieron los días de su alumbramiento. Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón. Lucas 2:1-7.

INTRODUCCIÓN En esta reflexión, no quiero tratar sobre si nació o no nació Jesús en estas fechas, creo que no valdría la pena discutir ese tema ahora, solo quiero comentar sobre el más grande nacimiento que sucedió hace 2 mil y tantos años.

El nacimiento de este personaje, indiscutiblemente vino a ser la esperanza más grande que el mundo jamás había experimentado. Desde su nacimiento, este personaje fue de impacto para los humildes y desposeídos; y un terrible miedo para los malvados.

Analizaremos todos los puntos que dieron lugar a esta preciosa historia -Jamás antes contada a todos los pueblos. Partiendo desde la sencillez de sus padres, hasta su presentación al templo.

Para ello tomaremos todo el capitulo del evangelio de Lucas, un médico -un intelectual- quien nos narra con asombrosos detalles los eventos que siguieron al nacimiento de este precioso personaje.

SU NACIMIENTO Miriam (nombre hebreo), popularmente conocida como María, en definitiva era hija de una familia descendiente de la tribu de Judá y oriunda de Belén. José con quien estaba desposada, o comprometida —ya que dice la historia, que él no conoció a María en el sentido de marido, sino hasta después de que Jesús nació- de quien se sabe tenía el oficio de carpintero, también era de la tribu de Judá y originario de Belén.

Ambos vivían en Galilea. No olvidemos que Galilea es considerada desde los tiempos del Señor, como una región de grandes oportunidades de trabajo, en especial la agricultura, y como región próspera, también la construcción. De modo que no era extraño que los padres de María estuvieran viviendo en Galilea a pesar de ser de Belén de Judea; y lo mismo sucedió con José.

Una vez que a María se le había anunciado, por el ángel Gabriel, el milagro de la concepción por medio del Espíritu Santo, y de la misma manera, Gabriel también había anunciado a José lo que había pasado con María, él tomo con profunda fe, la misión y el privilegio de ser ellos los que tendrían la tutela del más grande personaje de la historia.

Hay un dicho que su servidor siempre acostumbre citar, y que ha sido titulo de estudios y libros:  “Cuando lo que Dios hace no tiene sentido”; y en esta historia en particular cobra gran relevancia.

Cirenio, el entonces y 2 veces gobernador de Siria y Judea, ejecutó un edicto proveniente de César Augusto, para que se realizara un censo. Este censo debía cumplirse estrictamente, pues era una orden directa del Emperador. El no hacerlo implicaba la muerte.

El censo tenía que incluir específicamente a todos los hombres y mujeres mayores de 12 años, para que le pudieran dar tributo al César. Las personas tenían que acudir al lugar de su nacimiento. De esta forma José y María, emprendieron el camino hacia Belén. Sin darse cuenta ellos, iban en camino para que se cumpliese la profecía hecho por el profeta Miqueas (5:2).

De modo que nada sucedió por casualidad. El mismo Sirenio y el César, sin darse cuenta, estaban cumpliendo un propósito de Dios. Aunque el impío nunca se dé cuenta, queda una vez más probada la gran soberanía del Altísimo Dios Todo Poderoso.

SU ANUNCIO CON HUMILDES PASTORES Estando José y María en Belén, le llego a María el momento de su alumbramiento, Belén estaba como era de esperar completamente lleno, con todos sus nativos quienes habían regresado de distintas partes de la región para cumplir con el mandato del César. De modo que no había lugar en el que, en ese momento de emergencia, pudieran brindar una posada a José.

Una persona, dueño de una posada, le ofrece sencillamente un lugar en un tipo de cueva donde generalmente se ponían algunos animales domésticos, como ovejas o burros, principal medio de transporte para la gente sencilla en aquel entonces.

En este lugar humilde, nace el niño que vendría ser más tarde, y para todos los tiempos, el hombre más admirable.

Su nacimiento no fue anunciado a los poderosos de Israel, ni siquiera a la prestigiosa clase religiosa, y mucho menos al malvado rey Herodes; un criminal y maniático, quien en sus locuras por mantener el poder, había ordenado la muerte hasta de algunos sus propios hijos y de su  misma esposa.

Dios quiso que su nacimiento fuera anunciado a un grupo de humildes pastores. Generalmente estos pastores eran personas de muy bajos recursos económicos. Ellos sobrevivían de la crianza y cuidado de las ovejas. Eran expertos, conocedores del lugar, de modo que cuando el ángel les anuncia el precioso nacimiento, y les da instrucciones de que lo encontrarían en la ciudad de David, en un pesebre envuelto en pañales, ellos sabían a dónde dirigirse.

Leamos esta parte linda de la historia:
Había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño y se les presentó un ángel del Señor y la gloria del Señor los rodeó de resplandor, y tuvieron gran temor. Pero el ángel les dijo: —No temáis, porque yo os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor. Esto os servirá de señal: hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre. Repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios y decían: «¡Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz,  buena voluntad para con los hombres!». 

Sucedió que cuando los ángeles se fueron de ellos al cielo, los pastores se dijeron unos a otros: —Pasemos, pues, hasta Belén, y veamos esto que ha sucedido y que el Señor nos ha manifestado. Vinieron, pues, apresuradamente, y hallaron a María y a José, y al niño acostados en el pesebre. Al verlo, dieron a conocer lo que se les había dicho acerca del niño. Todos los que oyeron, se maravillaron de lo que los pastores les decían. Pero María guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. Los pastores se volvieron glorificando y alabando a Dios por todas las cosas que habían oído y visto, como se les había dicho.  Lucas 2:8-20.

Muchas de las cosas lindas que sucedieron en la vida del Señor tenían un significado. El que su primer anuncio del nacimiento se le diera a unos humildes pastores, traía como recuerdo que en ese lugar, en el pasado, David había sido pastor, y también vino a demostrar que este niño sería el pastor de pastores de millones de almas de todos los tiempos.

Estos humildes pastores tuvieron el privilegio de ser los primeros en escuchar de boca del ángel, que este niño sería el Salvador de todas las almas. Mientras los religiosos y el pueblo en general esperaban a un gobernante como su libertador, estos humildes pastores se convirtieron en la primicia de haber conocido al deseado por el pueblo de Israel.

EN CUMPLIMIENTO DE LA LEY Cumplidos los 8 días para circuncidar al niño, le pusieron por nombre JESÚS, el cual le había sido puesto por el ángel antes que fuese concebido. Y cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos, conforme a la ley de Moisés, le trajeron a Jerusalén para presentarle al Señor (como está escrito en la ley del Señor: Todo varón que abriere la matriz será llamado santo al Señor, y para ofrecer conforme a lo que se dice en la ley del Señor: Un par de tórtolas, o dos palominos. Lucas 2:21-24

Cumplidos los 8 días del nacimiento sus padres lo llevaron al Templo para cumplir con el rito de la circuncisión; cumpliendo así el mandato del pacto entre el Altísimo y el Padre Abraham.

En ese momento en que el sacerdote iniciaba el proceso de la circuncisión se le preguntaba al padre, por el nombre que llevara el niño; esto es un derecho del padre judío; José dijo: Se llamara Yeshua (Jesús) esto significa: Jehová es Salvación.

No hay que olvidar que la mujer después de dar a luz, no podía ir a la purificación hasta después de 7 días -cuando era hijo varón; y 14 cuando era mujer. Después permanecía en casa por 33 días, para presentarse otra vez en el templo y presentar junto a su esposo la ofrenda del primogénito.

María y José también cumplieron con este mandato, pues todo primogénito debe de ser consagrado al Señor y ser llamado santo. Y se presentaba la ofrenda. Esa ofrenda, era en 3 categorías: un cordero, dos palomas o tórtolas, es decir pichoncitos.  La del cordero casi siempre la daban las personas de clase media hacia arriba, los más pobres daban la ultima ofrenda; María ofreció esta, lo cual demostraba su condición económica del momento.

EL MENSAJE PROFETICO: Había en Jerusalén un hombre llamado Simeón. Este hombre, justo y piadoso, esperaba la consolación de Israel; y el Espíritu Santo estaba sobre él. Y le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes que viera al Ungido del Señor. Movido por el Espíritu, vino al Templo. Cuando los padres del niño Jesús lo trajeron al Templo para hacer por él conforme al rito de la Ley, él lo tomó en sus brazos y bendijo a Dios, diciendo:  «Ahora, Señor, despide a tu siervo en paz, conforme a tu palabra, porque han visto mis ojos tu salvación, la cual has preparado en presencia de todos los pueblos; luz para revelación a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel». José y su madre estaban maravillados de todo lo que se decía de él.

Los bendijo Simeón, y dijo a su madre María: —Este está puesto para caída y para levantamiento de muchos en Israel, y para señal que será contradicha (y 1 espada traspasará tu misma alma), para que sean revelados los pensamientos de muchos corazones. Lucas 2:25-35

Ya el Señor había sido reconocido como Mesías y Salvador por los humildes pastores, ahora es el tiempo de ser reconocido por los profetas en este caso por un profeta y una profetisa: Simeón y Ana.

Este encuentro sucedió en el atrio de las mujeres, pues no hay que olvidar que a las mujeres no se les permitía entrar en el atrio del templo -esto era solo para los hombres. Las mujeres solo podían observar las liturgias por medio de ventanillas o enrejado.

Es notorio que en ese encuentro de Simeón y Ana con el Señor, estaba lleno de mujeres que también llegaban para cumplir con sus ritos.

Simeón, representa al remanente fiel del pueblo de Israel, un remanente que siempre estuvo esperando el advenimiento del Mesías y con ello el consuelo del Señor.  Isaías 40:1-2 y 49:13.

Su larga espera del Mesías demuestra la ancianidad de Simeón. Era un hombre sencillo y se le mencionan 3 lindas cualidades: Justo, piadoso y reverente.

Preciosas cualidades de un siervo del Señor, pero lo que más destaca de él, es su impresionante perseverancia en ser vigilante. Él nunca perdió esa esperanza, él estaba seguro de no cerrar sus ojos, hasta no ver la promesa del Mesías. Esto nos debe de dar una gran lección a nosotros hoy en día, ya que en estos momentos hay miles de ministros, que como no vino el Señor en la hora en que ellos lo esperaban, se desanimaron y empezaron a negar la inminente segunda venida.

Se menciona también que el Espíritu Santo estaba sobre él. Ese era el premio para un hombre justo, temeroso, y vigilante. Dios siempre honra de forma preciosa a los siervos que esperan con fidelidad el advenimiento del Señor. Ellos reciben guianza preciosa del Señor, y en forma muy privilegiada. Simeón recibe el gran privilegio que muchos profetas del antiguo testamento hubieran deseado tener -el haber cargado en sus brazos al Salvador del mundo, en otras palabras, ver a Cristo cara cara.

3 veces Lucas menciona la actividad del Espíritu sobre Simeón (Lucas 2:25–27). El Espíritu lo llenó (lo capacitó para profetizar), le reveló la llegada del Mesías, y finalmente lo impulsó para asistir al templo en el momento preciso en que los padres de Jesús asistieron para presentar al bebé.

Lucas presenta al Espíritu Santo como el agente de la misión; le apasiona mostrar cómo es que actúa el Espíritu de Dios en la historia y en la vida personal. Simeón tomó en sus brazos al bebé Jesús, bendijo a Dios y profirió uno de los más preciosos cánticos. En él se refleja la piedad vetero-testamentaria (comparar Génesis 46:30;Isaias 42:6; 49:6).

El cántico de Simeón… tiene básicamente 2 partes: en la 1era. Simeón enfatiza la acción pastoral de Dios sobre él; y en la 2da. la acción salvífica de Dios sobre la historia. Simeón se autodefine como siervo, esclavo (dóulos) y reconoce al Señor como su dueño (despótes), o Soberano (comparar Hechos 4:24). Confiesa que según lo que se le ha dicho (conforme a tu palabra [réma]), es tiempo de partir a la eternidad en paz.  Despide significa “dejas partir hacia el sepulcro”. Y la única razón de ese abandono eterno de Simeón es "porque han visto mis ojos tu salvación".

Es precioso que Simeón no ve tanto un bebé de carne y hueso, lo que él destaca y trasciende es el gran misterio de la salvación de Dios. Lo que él “ve” es la salvación de Dios (comp. 1 Juan 1:1–3). Simeón evidencia aquí la dimensión personal de la salvación. Cada ser humano tiene la oportunidad, ahora, de ver lo que Simeón vio, pero con los ojos de la fe.

3 DECLARACIONES CONTUNDENTES DE SIMEÓN  Ahora, Señor, despides a tu siervo en paz, conforme a tu palabra, porque han visto mis ojos tu salvación,  la cual has preparado en presencia de todos los pueblos; luz para revelación a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel.  Lucas 2:29-32.

Simeón, destaca 3 cosas muy especiales, y analizaremos cada una de ellas: Que esta salvación ha sido preparada para todos los pueblos del mundo, desde el principio mismo de la caída del primer Adán, Génesis 3:15.  Simeón tenía en sus brazos al niño que cumpliría la gran profecía de la salvación de toda la humanidad  (como dije, esto era un privilegio que todos los profetas antecesores de Simeón hubieran deseado tener, en especial Isaías quien hizo las más lindas profecías del nacimiento del Señor Jesús).  Isaías 9:6.

Este niño sería la Luz de todas las naciones, incluyendo a todas las etnias de la tierra.  Aquí Simeón declara por medio del Espíritu Santo que la salvación no es monopolio de nuestro pueblo de Israel, sino que es ofrecida con los mismos derechos de igualdad para todos los gentiles.  Esto mismo declaró Pablo en su carta a los romanos.  Romanos 9:23-24.

La salvación de Dios, es “gloria del pueblo de Israel”, pues de este pueblo salió no solo la revelación de las sagradas escrituras, sino que de este Pueblo salió también la proclamación del evangelio a todas las naciones. No olviden que fueron los propios discípulos y los propios apóstoles del Señor -incluyendo al rabino Pablo-, los que expandieron el evangelio -en el 1er. siglo- a los continentes conocidos en esa época.

LA FINAL BENDICIÓN DE SIMEÓN  La bendición de Simeón Lucas 2:33–35. Los padres humanos de Jesús se asombraban de todo lo que ocurría en torno al bebé Jesús (v.33). Jesús fue motivo de asombro desde su concepción, porque era Emanuel, “Dios con nosotros”. Simeón, además del cántico, bendijo a José y a María, y además pronunció una palabra profética acerca del futuro de aquel bebé.

Se dirigió a María, señalando los propósitos del ministerio de Jesús (vv.34,35): "Para caída… de muchos en Israel". Se refiere a que no todos creerían en él. Es más, aquellos de quienes se esperaría una fe genuina y sin ambages, no creerían (fariseos, sacerdotes, miembros del Sanedrín ...).

"...para levantamiento de muchos en Israel", esto es, aquellos que no obstante de su condición de marginalidad, serían los que irían delante al reino de los cielos, por haber creído en Jesús.

Para ser una "señal que será contradicha". Algunos eruditos piensan que se refería a la profecía de Isaías 8:14-15.  Sería bueno que lo lean y saquen sus propias conclusiones, pues no olviden que hasta el día de hoy, muchos del mismo pueblo del Señor todavía no creen.

Lo que queda demostrado, que ante él, Jesús, todas las personas tendrán que tomar su propia determinación. Recibirle como Salvador garantiza la vida eterna después de la muerte; rechazarlo implica la muerte eterna.  Juan 3:16-21.

El no vino solo para ser Salvador, sino para ser reconocido como Señor; y como tal debe de ser reconocido en todo el mundo.  Romanos 10:9-10.  Permítanme compartirles este pasaje de la carta a los romanos:

"...si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación."  Romanos 10:9-10

Finalmente, Simeón declara una triste verdad para María. José entra en una especie de anonimato, pues él moriría posiblemente antes del ministerio de Jesús.

La espada se refiere a la trágica muerte de Jesús. Probablemente María no logró captar toda la dimensión de las palabras de Simeón, pero seguramente las entendió después de la resurrección de Jesús.  La vida de Jesús estaba destinada a ser demasiado corta, como para disfrutar y asegurar mucho más el sentido de familia.

Nota:  según la tradición histórica, José habría muerto cuando Jesús era un joven.  Al ser el Señor Jesús el mayor de todos sus hermanos, estuvo al frente de toda su familia, como era costumbre en esa época -él estuvo a cargo de sus hermanos, hasta que él se lanzo a su ministerio publico a los 30 años de edad. Es probable que para ese entonces sus hermanos ya eran adultos, lo que si se sabe es que María, se unió a su hijo en la lista de las mujeres que le siguieron (De esto existen pruebas en los evangelios).

LA DECLARACIÓN DE ANA LA PROFETISA Estaba también allí Ana, profetisa, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad muy avanzada. Había vivido con su marido 7 años desde su virginidad, y era viuda hacía 84 años; y no se apartaba del Templo, sirviendo de noche y de día con ayunos y oraciones. Esta, presentándose en la misma hora, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que esperaban la redención en Jerusalén. Lucas 2:36-38

Ana, era una anciana que posiblemente pasaba de los 100 años. También profetisa, la cual no se apartaba del templo, esto quiere decir, que ella acudía todos los días desde su viudez al templo, para orar y bendecir a las jóvenes judías que acudían al templo.

Una vez más el evangelista Lucas resalta, el momento preciso del encuentro de Ana con José, María y el niño Jesús en el templo, al igual que sucedió con Simeón, el versículo 38, dice: “Esta, presentándose en la misma hora.” 

En el Señor las cosas no suceden por casualidad, en este caso el Espíritu Santo guió a aquella anciana viuda, que todos esos largos años había estado esperando el bendito cumplimiento de la promesa del Mesías, ahora fue guida en la misma hora en que María y José estaban en el atrio de las mujeres.

En ese mismo momento en que se encuentra con José, María y el niño, ella, como profetisa, da cuenta de la grandeza del niño, y de inmediato da gracias al Señor reconociendo al niño Jesús, como el glorioso Mesías esperado por todo el pueblo.

La mayoría ese día no se percataron de la presencia de aquel niño que esa mañana se había presentado en el templo. Porque generalmente eran muchos los niños que se presentaban cada día en el templo para pagar el voto de primogénito. Reconocer quien era aquél niño, solo podía ser con la ayuda del Espíritu Santo, tal como sucedió con Simeón y Ana.

Con la bendición de Ana, hacia José y María y el reconocimiento hacia el Señor Jesús, como el Salvador que había estado esperando, queda una vez más confirmado, el papel importante de la mujer en la gran misión de la expansión del evangelio.

CONCLUSIÓN  No cabe duda de que el precioso nacimiento del Señor Jesús, estuvo siempre rodeado de sorpresas y  de grandes ofrendas de alabanzas y gratitud. Su deidad queda confirmada desde su mismo nacimiento.

No tenemos certeza de la fecha fija del día en que el nació, aunque si sabemos por las declaraciones de Flavio Josefo, el famoso historiador judío, que eso sucedió unos meses antes del mes de marzo. Pero como dije, este artículo no lo he escrito para hablar de eso, creo que lo más importante es resaltar este gran acontecimiento y debemos aprovechar estos días, no para discutir si nació o no nació en tal o cual fecha, sino para compartir con gente inconversa la más grande historia que muy pocas veces es contada.

No perdamos el tiempo en las redes sociales para estar dando argumentos a quienes no les interesa la verdadera historia del Señor Jesús, y que nos hace ver como simples fanáticos. Más bien aprovechemos estos días para dar a conocer el nacimiento de este precioso Jesús, con todas las maravillas ocurridas en ese gran evento, que brevemente hemos narrado en este corto articulo.

Que al Altísimo Dios Todo Poderoso le bendiga.

Shalom Antonio Bolainez


Tomado de http://www.bolainez.org/

“Una Lección Necesaria Pero Difícil”

Meditación 16.12

Lectura en Salmos 27.14  “Aguarda a Jehová; Esfuérzate, y aliéntese tu corazón; Sí, espera a Jehová”

¿Se ha preguntado usted alguna vez por qué el salmista une al consejo de esperar al Señor, con la exhortación de esforzarse y ser valiente? La razón es que, a veces, esperar es lo más difícil de hacer. De hecho, la práctica de la paciencia es una de las lecciones más importantes de la escuela de la obediencia; es esencial que el creyente aprenda a esperar en Dios.
La cultura moderna vive con mucha prisa: ¡Tengo que tenerlo ya! ¡Tengo que hacerlo ya! Hemos sido enseñados a permanecer en un estado permanente de alerta. Se necesita valentía para mantenerse quietos cuando todo el mundo está apresurado. Se necesitan fuerzas para obedecer cuando nuestro corazón nos dice: “¡Hazlo ya!”, mientras que Dios nos susurra: “Espera”. Pero la gente se apresura a actuar porque tiene miedo de perderse de algo. Los creyentes que aceptan esa actitud se apresuran a hacer cosas, y después esperan que el Señor los bendiga.

Dios no deja nada al azar. No pone delante de nosotros una decisión teniendo la esperanza de que hagamos lo correcto. Eso sería irresponsable y ajeno a su naturaleza. El Padre celestial está más que dispuesto a enseñarnos lo que debemos hacer, porque está interesado en nuestro bienestar. Pero hasta que el Señor deje claro cuál debe ser el camino a seguir, tenemos que hacer una pausa y esperar.
Esperar en Dios no es pasividad ni tampoco una excusa para evadir responsabilidades. De hecho, quienes buscan la voluntad de Dios son los que hacen una pausa para orar, escrudiñar la Palabra y ayunar antes de actuar; mientras siguen sirviendo a Dios dondequiera que puedan.
(De Ministerios en Contacto)



lunes, 15 de diciembre de 2014

“La Herencia de los Hijos de Dios”

Lectura en Efesios 1.11-22 “En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad, a fin de que seamos para alabanza de su gloria, nosotros los que primeramente esperábamos en Cristo. En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria. Por esta causa también yo, habiendo oído de vuestra fe en el Señor Jesús, y de vuestro amor para con todos los santos, no ceso de dar gracias por vosotros, haciendo memoria de vosotros en mis oraciones,  para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él, alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza, la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales, sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero; y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia” 

La palabra herencia nos hace pensar, por lo general, en dinero y en propiedades que pasan de una generación a otra. Pero Dios tiene una herencia más grande para sus hijos —una que les da en el momento en que pasan a ser parte de su familia.

Gálatas 4.7 nos dice que los creyentes somos herederos de Dios. El primer tesoro de valor incalculable es una esperanza viva en Jesucristo que no nos puede ser quitada (1 Pedro 1.3, 4). Además, el Señor ha prometido atender nuestras necesidades conforme a sus riquezas (Filipenses 4.19). En otras palabras, ya tenemos todo lo que necesitamos para disfrutar de una vida victoriosa.

No obstante, algunas personas quedan atrapadas en la pobreza espiritual, porque se niegan a verse a sí mismas como hijos de Dios. Por no aprovechar la herencia que tienen, deambulan por el mundo con la esperanza de mantenerse aferrados a su poca fe, hasta tener la suerte de morir e ir al cielo. Si vivimos así, por supuesto que nos perdemos las bendiciones que pueden ser nuestras en esta vida, pues no las estamos buscando.

¡Qué diferente se ven a sí mismo las personas cuando ven las cosas a través de los ojos de Jesús! Los cristianos que viven como los herederos de Dios que son, utilizarán su herencia de gracia para bendecir a todo el mundo.

Dios nos promete a todos los creyentes una herencia de su gracia infinita. Somos ciudadanos del cielo -ricos espiritualmente-, y por eso no debemos temerle a nada en este mundo.

Decida vivir confiadamente en Cristo, y vea cuán abundante es la bendición de la herencia que su Padre celestial tiene ya reservada para usted. (De Ministerios en Contacto)

Comentarios de WMV:
Solo en Cristo hay herencia real y verdadera; la cual no se crea ni se produce por manos humanas.
Creer en Jesús no es solo decirlo con los labios.  No es sólo un verbo, es acción de su palabra.
Todos los santos, que quede claro que no son esas imágénes mudas y sin vida, sino los que hemos puesto en Jesús nuestra confianza y hemos permitido que su sangre preciosa inunde todo nuestro ser.
Cuando Pablo dice que hace memoria en sus oraciones, nos está diciendo que ora por ellos, como nosotros debemos hacerlo por nuestros hermanos.
Ora pidiendo al Señor para que haya espíritu de sabiduría, revelación y conocimiento de él; no de un simple y sin compromiso evangelio, sino con conocimiento profundo, a fin de entender los misterios del reino.
Cuando nos habla de que sepamos cuál es la esperanza a que nos ha llamado, nos guía a entender que hay libertad y vida eterna en gloria, pero esta solo es posible en Cristo.
Cuando Pablo nos habla que lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia; esto es suficientemente claro, y hay que evitar creer que haya otra cabeza.  Ningún otro puede autocalificarse o autodefinirse como el que tiene el control, de la iglesia... eso es una gran blasfemia y apostasía.
Sobre el verso en Gálatas, de que el Señor ha prometido atender nuestras necesidades, entender que no es que él va a satisfacer nuestros anhelos o deseos o gustos... esas son añadiduras, y no compromisos de Dios para con nosotros

Que al cielo no se va por suerte... que comentario tan atinado; SOLAMENTE LLEGAREMOS A ÉL POR LA GRACIA INMERECIDA DEL PADRE, y la decisión nuestra de abrazar esa gracia.

Ver a través de los ojos de Jesús es ver a través de su Palabra, colando nuestros hechos con el colador de la Biblia.

Que Dios te bendiga y dirija!

miércoles, 10 de diciembre de 2014

“El Señor de Nuestra Vida”

Meditación 10.12

Lucas 6.46-49  “¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?  Todo aquel que viene a mí, y oye mis palabras y las hace, os indicaré a quién es semejante.  Semejante es al hombre que al edificar una casa, cavó y ahondó y puso el fundamento sobre la roca; y cuando vino una inundación, el río dio con ímpetu contra aquella casa, pero no la pudo mover, porque estaba fundada sobre la roca.  Mas el que oyó y no hizo, semejante es al hombre que edificó su casa sobre tierra, sin fundamento; contra la cual el río dio con ímpetu, y luego cayó, y fue grande la ruina de aquella casa.”

La palabra Señor no debe utilizarse casualmente. Cuando aparece en relación con Jesucristo, se refiere al Dios que es soberano sobre la vida y toda la creación. En griego, este título para Jesús es kurios —aquel que gobierna la vida de otros para el bien de ellos.

Recuerdo la vez que, estando hospitalizado hace algunos años, llegué a reconocer que estaba allí porque Cristo no era el Señor de mi vida. Si alguien hubiera estado observando mi vida en ese tiempo, probablemente le habría parecido que yo estaba sirviendo a Dios con todo mi ser. Pues, estaba sobrecargado de proyectos y planes para la obra del reino. Pero ese era, en realidad, el problema. Cuando Dios me dijo que me detuviera, que redujera la velocidad, o que hiciera algo diferente a lo que ya había planeado, seguí adelante. Postrado en esa cama del hospital, estuve el tiempo suficiente para que el Señor me recordara que Él era el único que podía dirigir mi camino (Jeremías 10.23).

Usamos la palabra Señor en la conversación y en nuestras oraciones, pero después olvidamos su significado cuando desafiamos su voluntad y su trabajo en nuestra vida. Nuestra resistencia es, por lo general, sutil. Por ejemplo, un creyente puede poner condiciones para obedecer, diciendo: “Haré lo que Dios me diga si . . .”, o “Quiero hacer lo que es correcto, pero . . .”


La pregunta del Señor Jesús a sus discípulos en Lucas 6.46 debió haberse sentido como un puñal en el corazón: “¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?” Si hacemos una súplica al Señor, tenemos que estar listos para obedecerle sin pretextos. Él es quien nos gobierna para nuestro bien. 
(De Ministerios en Contacto)

martes, 9 de diciembre de 2014

“El Derecho a Entrar al Paraíso”

Apocalipsis 21.22—22.7  “Y no vi en ella templo; porque el Señor Dios Todopoderoso es el templo de ella, y el Cordero. 23 La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que brillen en ella; porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera. 24 Y las naciones que hubieren sido salvas andarán a la luz de ella; y los reyes de la tierra traerán su gloria y honor a ella. 25 Sus puertas nunca serán cerradas de día, pues allí no habrá noche. 26 Y llevarán la gloria y la honra de las naciones a ella.  27 No entrará en ella ninguna cosa inmunda, o que hace abominación y mentira, sino solamente los que están inscritos en el libro de la vida del Cordero.  22  Después me mostró un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero.  En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones.  Y no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán,  y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes.  No habrá allí más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará; y reinarán por los siglos de los siglos.  Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto. !!He aquí, vengo pronto! Bienaventurado el que guarda las palabras de la profecía de este libro (La Biblia).

La muerte es inevitable. El ladrón en la cruz sabía cuándo ocurriría la suya, pero la mayoría de nosotros no podemos predecir la nuestra. Después de su muerte, el criminal crucificado fue a vivir en el paraíso con el Señor. De la misma manera, habrá quienes vivirán eternamente en la presencia de Dios, y quienes sufrirán el tormento eterno, separados de Él por toda la eternidad.

Si ponemos nuestra fe en el Señor Jesús como Salvador, el castigo que merecemos por nuestro pecado es pagado, somos adoptados en la familia de Dios, y el cielo es nuestro hogar eterno. Pero si rechazamos al Señor Jesús, nos mantenemos alejados de Dios y bajo condenación por nuestro pecado, destinados a enfrentar la condenación eterna. Dios no prestará oídos a ninguna excusa, porque no hay ninguna defensa aceptable por la incredulidad (Hechos 4.12).

Únase a la familia de Dios, hoy mismo. Reconozca su pecaminosidad y declare su fe orando de la siguiente manera: “Señor, he pecado contra ti; he seguido mi propia voluntad, y he rehusado darte el derecho de gobernar mi vida (Romanos 3.10-12, 23). Reconozco que estoy separado de ti, y que no puedo salvarme a mí mismo. Creo que Jesucristo es tu Hijo. Acepto que su muerte en la cruz pagó toda mi deuda de pecado, y te pido que me perdones (1 Corintios 15. 3, 4; 1 Juan 1.9).

Por fe, recibo al Señor Jesús como mi Salvador personal en este momento”. Si usted hizo esta oración a Dios, entonces, al igual que el ladrón en la cruz, ha recibido la salvación, un regalo de la gracia de Dios.


¡Gracias al Señor Jesús, el derecho a entrar en el paraíso le pertenece ahora! (De Ministerios en Contacto)

martes, 2 de diciembre de 2014

“La Guía de Dios Para las Tormentas de la Vida”

Lectura en Isaías 43.1-3 Ahora, así dice Jehová, Creador tuyo, oh Jacob, y Formador tuyo, oh Israel: No temas, porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú. Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti. Porque yo Jehová, Dios tuyo, el Santo de Israel, soy tu Salvador; a Egipto he dado por tu rescate, a Etiopía y a Seba por ti.”

Las tormentas de la vida pueden hacernos sentir que hemos quedado a la deriva, e inseguros en cuanto a hacia dónde nos dirigimos. Los discípulos sabían que estaban en el Mar de Galilea, que se dirigían a Genesaret, pero en medio del violento vendaval no podían determinar su dirección o la distancia de la costa. La tormenta oscurecía las luces del cielo que les servían de guía, y al mismo tiempo atacaba sus sentidos. ¿Alguna vez se ha sentido usted así? 

La soberanía de Jesús. El Señor demostró que controlaba totalmente la naturaleza y la vida de sus seguidores. No hay un solo momento en que no tenga el control absoluto de nuestras tormentas. Jesús sabe exactamente dónde estamos, hacia dónde nos dirigimos, y qué tan fiera es la tormenta. Recuerde que Aquel que murió en nuestro lugar por amor, es Aquel que tiene al futuro en sus manos —y que también nos tiene a nosotros.

El poder protector de Jesús. El poder de Cristo para proteger fue evidente en esa tempestad. Estuvo pendiente de los discípulos que estaban en la barca, y cuidó también de Pedro sobre las aguas. Pero preste atención a una lección de vital importancia: Él permitió que Pedro se hundiera lo suficiente para que reconociera su propia impotencia, de modo que se volviera al Señor para que lo salvara. Nos beneficia recordar que estamos absolutamente indefensos sin Jesús, y que debemos acudir a Él rápidamente.


La soberanía y la presencia protectora de Jesús llevaron a los discípulos a adorarle como el Hijo de Dios. ¿Están sus labios desbordando alabanza al Señor por su protección y su presencia? 
(De Ministerios en Contacto)

lunes, 1 de diciembre de 2014

“No Tema”

Meditación 01.12

Lectura en Mateo 14.22-34  En seguida Jesús hizo a sus discípulos entrar en la barca e ir delante de él a la otra ribera, entre tanto que él despedía a la multitud. 23 Despedida la multitud, subió al monte a orar aparte; y cuando llegó la noche, estaba allí solo. 24 Y ya la barca estaba en medio del mar, azotada por las olas; porque el viento era contrario. 25 Mas a la cuarta vigilia de la noche, Jesús vino a ellos andando sobre el mar. 26 Y los discípulos, viéndole andar sobre el mar, se turbaron, diciendo: !!Un fantasma! Y dieron voces de miedo. 27 Pero en seguida Jesús les habló, diciendo: !!Tened ánimo; yo soy, no temáis! 28 Entonces le respondió Pedro, y dijo: Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas. 29 Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús. 30 Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: !!Señor, sálvame! 31 Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: !!Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste? 32 Y cuando ellos subieron en la barca, se calmó el viento. 33 Entonces los que estaban en la barca vinieron y le adoraron, diciendo: Verdaderamente eres Hijo de Dios. Y terminada la travesía, vinieron a tierra de Genesaret.”

Podemos esperar en algún momento de la vida ser sacudidos por las turbulencias. Tal vez ya hemos experimentado algunas, y podemos estar seguros de que vendrán más. Nuestra situación puede ser tan grave que nos preguntamos: ¿Cómo voy a salir de esto?

Piense en la vez que los discípulos se encontraban en las turbulentas aguas del Mar de Galilea. La Biblia nos dice que las olas golpeaban su embarcación, y que el viento les era contrario. En medio de la tormenta, los discípulos pensaron que veían a un fantasma que se les acercaba. Estos hombres adultos, algunos de los cuales eran experimentados pescadores, gritaron atemorizados. Su temor no disminuyó hasta que se dieron cuenta de que era Jesús caminando hacia ellos.

¿Qué sucedió cuando reconocieron que era el Señor?

 Recibieron . . .
Consuelo en medio de la crisis. Se tranquilizaron cuando se dieron cuenta de que Jesús estaba con ellos y de que Él los cuidaría.

• Valentía para enfrentar la prueba. Pedro encontró la valentía para obedecer a Jesús y salir de la barca.

• Confianza para su futuro. Entendieron que la presencia de Jesús no podía alejarse por los severos vientos.


¿Qué olas o vientos le están azotando? ¿Tiene temor? Pídale al Señor que le muestre su presencia en su situación y que llene sus sentidos con esa conciencia. Cierre sus ojos, e imagínelo a su lado sosteniéndole fuertemente. Deje que sus oídos escuchen su susurro de confianza y amor. Llene su mente con el conocimiento de sus promesas y sea fortalecido por la fuerza, el consuelo y el valor que Él ofrece.

(De Ministerios en Contacto)

viernes, 28 de noviembre de 2014

¿Sábado o Domingo? El día del Señor...

Lucas 13:10-17
Enseñaba Jesús en una sinagoga en el día de reposo; y había allí una mujer que desde hacía dieciocho años tenía espíritu de enfermedad, y andaba encorvada, y en ninguna manera se podía enderezar. Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo: Mujer, eres libre de tu enfermedad. Y puso las manos sobre ella; y ella se enderezó luego, y glorificaba a Dios. Pero el principal de la sinagoga, enojado de que Jesús hubiese sanado en el día de reposo, dijo a la gente: Seis días hay en que se debe trabajar; en éstos, pues, venid y sed sanados, y no en día de reposo. Entonces el Señor le respondió y dijo: Hipócrita, cada uno de vosotros ¿no desata en el día de reposo su buey o su asno del pesebre y lo lleva a beber? Y a esta hija de Abraham, que Satanás había atado dieciocho años, ¿no se le debía desatar de esta ligadura en el día de reposo? Al decir él estas cosas, se avergonzaban todos sus adversarios; pero todo el pueblo se regocijaba por todas las cosas gloriosas hechas por él.

INTRODUCCIÓN: Existen muchos cristianos hoy en día que tienen dudas sobre la veracidad de celebrar el día del Señor en domingo o en Shabat. Esta idea ha surgido debido a que han leído desde hace algunos años atrás los escritos de la secta de los adventistas del séptimo día.

Esta secta, sostiene vehementemente que el día domingo, fue un día implantado por el emperador Constantino, que a su vez es el fundador de la iglesia católica romana. En otras palabras, ellos sostienen que la celebración del día del Señor en domingo, es una práctica implantada por la iglesia católica.

Últimamente esta idea está siendo respaldada por un movimiento sectario, que se autodenomina mesiánico, y al igual que los adventistas, hacen mucho énfasis en que toda celebración litúrgica de celebración al Señor debe de ser únicamente en Shabat.

Por otro lado, está la gran mayoría de los cristianos evangélicos, quienes sostienen que el día en que la iglesia debe reunirse a celebrar para el Señor es el domingo.

¿Quién de los dos tiene la razón? ¿Los que defienden que es el sábado o los que sostienen que es el domingo? 

No es el interés de este corto artículo dar la repuesta acerca de quién tiene la razón, sencillamente presentaré evidencias históricas acerca del tema; ya que muchas veces nos limitamos a creer cualquier comentario sin verificar la veracidad del mismo, o si la historia lo respalda. En uno de mis libros escritos, cito una frase muy conocida: “Quienes descuidan la historia, están condenados a cometer los mismos errores del pasado”.

A continuación los invito a que analicemos esa historia.
SHABAT  El Shabat, conocido popularmente como sábado, fue el día ordenado por el Señor para el pueblo de Israel como el día de descanso. Forma parte de los diez mandamientos de la ley de Moisés, y por lo tanto es base fundamental en los 613 mandamientos que encierran la totalidad de los mandatos de la ley mosaica.

Ni un solo profeta del Antiguo Testamento tuvo problema alguno con el mandato del Shabat. Pero hubo dos grandes rabinos, quienes en ninguna manera tenían problema con este mandato, pero el mensaje de ambos era claro; no es el día sábado la clave de la salvación.

Estos dos rabinos fueron, Jesús, el autor de la salvación para toda la humanidad y el rabino Shaul o sea Pablo. Este último fue contundente sobre este tema cuando escribió a los Gálatas, Colosenses y Romanos, estas tres cartas iban dirigidas a las comunidades judías en estas ciudades.

El propio Señor Jesús, en confrontación directa con los rabinos fariseos, fue  contundente, en hacerles ver que el sábado enfocaba el eminente reposo del alma en Cristo Jesús, por favor lea el siguiente pasaje:

El sábado fue hecho por causa del hombre, y no el hombre por causa del sábado. Por tanto, el Hijo del hombre es Señor aun del sábado.  Marcos 2:27-28.

EL DOMINGO, EL DIA DE CELEBRACIÓN
¿De dónde surge la celebración de parte de la iglesia en día domingo?  Para los detractores del domingo, es decir la secta de los adventistas del séptimo día y últimamente el movimiento sectario autodenominado mesiánicos; un movimiento que está teniendo un poco de auge en México y algunas partes de Centro América, conformado por personas nativas de estos países, pero que en alguna forma están adoptando las costumbre de la religión judía, practicada por la totalidad del pueblo de Israel. Este movimiento está compuesto en su gran mayoría por ex evangélicos.

Este movimiento ha empezado a negar abiertamente las bases principales de la doctrina de la iglesia, inclusive la veracidad misma de las sagradas escrituras nuevo testamentarias.

Debo de aclarar que este movimiento no tiene nada que ver con el pueblo de Israel.

Por su parte la nación de Israel, a nivel gobierno, no tiene ni un solo problema con la iglesia evangélica, de hecho en Nueva York, muchos rabinos trabajan juntos en proyectos con los evangélicos sin tener ni un solo problema.

Los embajadores de Israel a lo largo de toda América Latina, trabajan muy estrechamente con los evangélicos sin entrar en polémicas religiosas, respetándose mutuamente, ya que ambos pueblos tenemos mucho en común, adoramos al mismo Dios, y tenemos las sagradas escrituras.

Esto lo aclaro, porque este movimiento sectario en algunos lugares está distanciando al pueblo evangélico, con acciones que no son comunes en el noble pueblo de Israel.

Regresando al tema del día domingo, tanto adventistas como los erróneamente llamados judíos mesiánicos, argumentan que el día domingo fue introducido por la iglesia católica en el año 321 por mandato de Constantino.

Debo aclarar que esta declaración en parte tiene algo de cierto, en realidad en el periodo del 321 al 325, el emperador Constantino decretó el día domingo como un día feriado en todo el imperio romano, para que los cristianos no tuvieran ningún impedimento en dicha celebración. Pero ¿en realidad fue aquí donde los cristianos empezaron a dedicar el día domingo? 

Para estar más seguros, veamos lo que dicen las escrituras.
LA HISTORIA, EL MEJOR ARGUMENTO Los siguientes pasajes que cito a continuación demuestran que el Señor Jesús resucito el primer día de la semana, ese día fue un día de regocijo en los seguidores del Señor Jesús. El pasaje final citado es del rabino Pablo, quien también recomendó a los hermanos en Corinto a que se reúnan el primer día de la semana.

Pasado el día de reposo, al amanecer del primer día de la semana, vinieron María Magdalena y la otra María, a ver el sepulcro. Mateo 28:1 / Y muy de mañana, el primer día de la semana, vinieron al sepulcro, ya salido el sol. Marcos 16:2

Habiendo, pues, resucitado Jesús por la mañana, el primer día de la semana, apareció primeramente a María Magdalena, de quien había echado siete demonios. Marcos 16:9 / El primer día de la semana, muy de mañana, vinieron al sepulcro, trayendo las especias aromáticas que habían preparado, y algunas otras mujeres con ellas. Lucas 24:1 

El primer día de la semana, María Magdalena fue de mañana, siendo aún oscuro, al sepulcro; y vio quitada la piedra del sepulcro. Juan 20:1 / Cuando llegó la noche de aquel mismo día, el primero de la semana, estando las puertas cerradas en el lugar donde los discípulos estaban reunidos por miedo de los judíos, vino Jesús, y puesto en medio, les dijo: Paz a vosotros. Juan 20:19

Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado, guardándolo, para que cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas. 1 Corintios 16:2

En el libro de los Hechos, se menciona por primera vez, de que los cristianos se reunían el primer día de la semana para compartir la cena del Señor. Esto fue muy conocido por la misma comunidad judía de Jerusalén para esos días, de hecho, el mensaje de Pablo fue muy extenso esa noche del primer día de la semana.  Leamos a continuación la cita de Hechos 20:7-8El primer día de la semana, reunidos los discípulos para partir el pan, Pablo que tenía que salir al día siguiente, les enseñaba, y alargó el discurso hasta la medianoche. Y Había muchas lámparas en el aposento alto donde se hallaban reunidos.

Esto es lo que dice el diccionario Hispano-Americano de la Misión:  DÍA DEL SEÑOR (DOMINGO) Denominación utilizada por los cristianos para referirse al primer día de la semana. La palabra “domingo” viene del latín dominus dei, d. del S. La expresión d. del S. aparece en Ap. 1:10 (“Yo estaba en el Espíritu en el d. del S.”). El Apocalipsis es el último de los escritos del NT, de una fecha aproximada al 90–95 d.C. Para ese entonces, al parecer, estos términos eran ya de uso corriente entre los creyentes. De todos modos, pocos años después Ignacio dijo en sus escritos que los cristianos celebraban sus reuniones de adoración en día domingo, al cual llama el d. del S., y no en sábado. Lo mismo atestiguan el autor de la Epístola de Bernabé (100 d.C.); Justino Mártir (145–150 d.C.); Ireneo (155–202 d.C.); y muchos otros.

La costumbre de considerar el primer día de la semana como el día de reposo cristiano se refleja en escritos primitivos aparte del Nuevo Testamento. Ignacio escribió, poco después del año 100, de los que han venido a poseer «una esperanza nueva, no celebrando ya el sábado [Antiguo Testamento] sino viviendo en la celebración del Día del Señor en el cual nuestra vida ha brotado otra vez por medio de él…». La Epístola de Bernabé, escrita cerca del año 100, interpreta la enseñanza de la Palabra de Dios como «… dando descanso a todas las cosas, haré un principio del día octavo… por eso también guardamos el día octavo con gozo, el día en que también Jesús se levantó otra vez de los muertos».

CONCLUSIÓN: Hemos citados argumentos de la historia que demuestran que el primer día de la semana, no fue una imposición de la iglesia católica, sencillamente fue una práctica que comenzó hacer la iglesia inmediatamente después de la resurrección del Señor.

Aunque no existe un mandato en el nuevo testamento de que se tiene que celebrar específicamente el domingo como el día del Señor, es un hecho que fue una práctica establecida por estos primeros cristianos, y en ningún momento fue algo introducido por la iglesia católica, ya que esta organización no fue fundada, sino hasta en el año 321, después de Cristo y cuyo fundador es el emperador Constantino y legalizada ya oficialmente por el emperador Teodosio.

En el mes de abril del 2014, estaremos llevando una peregrinación a Israel y las siete iglesias del Apocalipsis, y en una de esas visitas tenemos programado visitar el museo en Estambul, donde permanece el documento genuino que marca el nacimiento de la iglesia católica.

Pero lo que quiero dejar claro, es que es un error creerse el falso argumento de los adventistas de que el domingo fue introducido por la iglesia católica. Por otra parte tampoco quiero criticar a la comunidad judía por celebrar el día sábado, no olvidemos que la comunidad judía todavía espera al Mesías, esto sucederá en el periodo de la gran tribulación, cuando toda la comunidad quede decepcionada del falso mesías y finalmente se cumpla la profecía del profeta Zacarías 12:10. Pero sobre la casa de David y los habitantes de Jerusalén derramaré un espíritu de gracia y de oración. Mirarán hacia mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por el hijo unigénito, y se afligirán por él como quien se aflige por el primogénito.

Respetamos a la comunidad judía en su día de reposo, al igual que ellos respetan a la comunidad cristiana, por tener el domingo como primer día de celebración y el día en que se reúnen para adorar al Señor desde los inicios del cristianismo. Recordemos también que entre estas dos comunidades no existe problemas, el problema lo han creado los grupos sectarios, que quieren imponer lo que la historia no respalda.

Creo que no debemos estar peleando si debemos o no debemos guardar este día o el otro, sino dedicarnos a exaltar al Señor con gozo y escuchar su palabra cada día que nos reunamos, no es el día el que importa en la iglesia, lo que importa es que le demos honra y gloria a nuestro Salvador Jesucristo.

Les dejo con el siguiente pasaje de Pablo: Por tanto, nadie os critique en asuntos de comida o de bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o sábados. Todo esto es sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo.   Colosenses 2:16-17.

Dios les bendiga

Antonio Bolainez

(De Bolainez Ministries.org)

jueves, 27 de noviembre de 2014

“El Alcance de Nuestra Gratitud”

Meditación 27.11

Lectura en 1 Tesalonicenses 5.12-24 “Os rogamos, hermanos, que reconozcáis a los que trabajan entre vosotros, y os presiden en el Señor, y os amonestan; 13 y que los tengáis en mucha estima y amor por causa de su obra. Tened paz entre vosotros. 14 También os rogamos, hermanos, que amonestéis a los ociosos, que alentéis a los de poco ánimo, que sostengáis a los débiles, que seáis pacientes para con todos. 15 Mirad que ninguno pague a otro mal por mal; antes seguid siempre lo bueno unos para con otros, y para con todos. 16 Estad siempre gozosos. 17 Orad sin cesar. 18 Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús. 19 No apaguéis al Espíritu. 20 No menospreciéis las profecías. 21 Examinadlo todo; retened lo bueno. 22 Absteneos de toda especie de mal. 23 Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo. 24 Fiel es el que os llama, el cual también lo hará.”

¿Se ha dado cuenta de que la Biblia contiene mandatos, pero no la explicación de cómo cumplir con ellos? Sabemos que la Biblia contiene todo lo que necesitamos saber para obedecer a Dios. Sin embargo, a veces desearíamos recibir instrucciones detalladas. Por ejemplo, el versículo 18 del pasaje de hoy dice simplemente: “Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús”.

Ahora bien, ¡esas sí que son palabras mayores! Nos apresuramos a dar gracias al Señor por las bendiciones, tales como un nuevo bebé, una nueva casa, o un nuevo trabajo, pero ¿qué de la enfermedad, del dolor, de las dificultades o de las pérdidas? ¿Cómo podemos estar agradecidos por tales cosas? La respuesta es que no podemos —a menos que reconozcamos que Dios trae o permite el dolor y las dificultades en la vida por sus buenos propósitos para con nosotros, y para su gloria.

José es un ejemplo de esta verdad. Sus hermanos lo vendieron como esclavo, pero Dios usó su difícil situación para salvar la vida de muchas personas, entre ellas a sus mismos hermanos (Génesis 50.20). Cuando elegimos la gratitud en vez de la amargura, reconocemos que el Señor es bueno, incluso cuando las circunstancias no lo sean.


Hay muchas cosas que nunca seremos capaces de entender en este mundo, pero hay algo de lo que podemos estar muy seguros: Nuestro Dios es bueno. Además, sus propósitos son buenos, y Él ha prometido estar con nosotros en cada circunstancia. Si creemos esto, podemos dar gracias en todo. (De Ministerios en Contacto)

martes, 25 de noviembre de 2014

“Preparado Para la Batalla”

Meditación 25.11

Lectura en 2 Timoteo 3.16-17  “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.

Un soldado que no está preparado no podrá resistir al enemigo. Puesto que los creyentes estamos en guerra con Satanás, debemos entrenarnos sabiamente para que nuestro corazón permanezca limpio y nuestro testimonio se mantenga fuerte. He aquí una guía para prepararnos para la batalla:
• Los soldados tienen que reconocer que hay una guerra. La Biblia es clara: El diablo está decidido a destruir a los santos. Por esta razón, debemos ver nuestra vida como un campo de batalla (1 Pedro 5.8).

• Los soldados tienen que conocer al enemigo. Los métodos y los engaños de Satanás están registrados en la Biblia. Sabemos que sus palabras son engañosas, pero también muy tentadoras.

• Los soldados tienen que ser entrenados. Cada día, tenemos la oportunidad de demostrar confianza en Dios, incluso en cuanto a las cosas más sencillas. Lo cual nos preparará para enfrentar con valor y sabiduría las decisiones futuras y la adversidad.

• Los soldados tienen que saber cómo utilizar sus armas. La Palabra de Dios y la oración son muy útiles en la lucha contra Satanás; ellas nos animan el corazón y nos guían en la toma de decisiones.

• Los soldados tienen que resistir la propaganda. Satanás utilizará cualquier medio para cautivarnos —cosas buenas y malas. Por eso los creyentes tenemos que ser sabios al decidir lo que permitimos que entre a nuestras mentes.

Un soldado preparado es un creyente con una mente y un corazón llenos del Señor y de su Palabra. El guerrero lleno del Espíritu Santo será un vencedor contra los ataques de Satanás.
(De Ministerios en Contacto)

También compartimos 2 Timoteo 4:1-4
"Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas."

lunes, 24 de noviembre de 2014

“El Grito de Guerra del Creyente”

Meditación 24.11

Lectura en Efesios 6.10-14 “Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza.11 Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. 12 Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.13 Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes.14 Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia”

Cuanto más grande es nuestra influencia para el reino de Dios, más se esfuerza Satanás para despertar frustración, dudas y ansiedad. El apóstol Pablo escribió una carta a los creyentes de Éfeso para advertirles en cuanto a ese asunto.

Satanás detesta a quienes agradan al Señor con su estilo de vida, y reúne las “fuerzas espirituales de maldad” para atacar la mente, el cuerpo y el espíritu del creyente. Su principal objetivo es desviar nuestra atención del Señor para que nuestra relación con Él sufra y nuestro testimonio se debilite o se arruine. El diablo no puede arrebatar nuestro espíritu de la mano de Dios (Juan 10.29), pero se conforma con hacer de nuestra vida un caos.

Pablo aconsejó a los creyentes: “Fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza”. No podemos defendernos de un ataque de Satanás confiando en nuestras propias fuerzas. El adversario es más fuerte y más inteligente que los hombres y las mujeres más inteligentes. Pero Dios nos da poder continuamente por medio del Espíritu Santo, quien es mucho más grande que Satanás y sus engañosos planes (1 Juan 4.4).

Los creyentes tenemos el poder de Dios y su orden de mantenernos firmes. Eso significa que debemos confiar en el Señor y esperar con paciencia a que Él intervenga. Tenemos que ser como un soldado en el campo de batalla, que afirma sus pies en el terreno, se pone su escudo y está listo para enfrentar al enemigo que se acerca. La guerra ya ha sido ganada —nuestra alma le pertenece a Dios— pero la batalla por nuestro testimonio en este mundo sigue con furia. ¡Cobre aliento, y no emprenda la retirada!

(De Ministerios en Contacto)

Sin las armaduras de Dios, no hay quien pueda resistir las pruebas ni vencer. Como nos dice en 1 Pedro 5:8, debemos ser sobrios, y velad; porque nuestro gran adversario (el diablo), como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar.   Que la verdad y la justicia sean parte intrínseca de nuestra vestidura de cada día.


Que Dios te bendiga y te guarde!

viernes, 21 de noviembre de 2014

“El Llamado Misionero”

Meditación Diaria 21.11

Lectura en Romanos 10.1-5 “Hermanos, ciertamente el anhelo de mi corazón, y mi oración a Dios por Israel, es para salvación. Porque yo les doy testimonio de que tienen celo de Dios, pero no conforme a ciencia. Porque ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la suya propia, no se han sujetado a la justicia de Dios; porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree. Porque de la justicia que es por la ley Moisés escribe así: El hombre que haga estas cosas, vivirá por ellas.”

¿Por qué hay personas dispuestas a aprender un idioma nuevo y una cultura distinta para anunciar el evangelio de Jesucristo? Por la misma razón que todos debemos estar dispuestos a abandonar nuestra cómoda rutina: Para contar la historia del evangelio a un vecino o un familiar —es decir, para responder al llamado de Dios. Sea que tengamos o no el título de misioneros, no podemos cumplir la voluntad del Señor a menos que estemos involucrados en el trabajo misionero.

Este llamado universal se basa en cuatro verdades:
1. La condición espiritual del hombre. La humanidad está perdida irremediablemente sin Cristo. Aunque muchas personas intentan ganar la salvación mediante buenas obras, inevitablemente fracasarán.

2. El regalo de Dios. Por saber que el hombre no podía salvarse a sí mismo, el Padre celestial dio a su Hijo para que pagara nuestro castigo por el pecado. Toda persona que invoque el nombre del Señor será salva.

3. La comisión de Jesús. Todos los que pertenecen al Señor tienen la responsabilidad de ir y hacer discípulos a todas las naciones por medio del poder del Espíritu Santo (Hechos 1.8; Mateo 28.19).

4. La proclamación del Señor Jesús. El Señor fue claro al respecto: “Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones, y entonces vendrá el fin” (Mateo 24.14).


El trabajo misionero no es opcional para los creyentes. En Romanos 10.14, Pablo pregunta: “¿Cómo creerán en aquel de quien no han oído?” No creerán, a menos que usted se lo diga.

(De Ministerios en Contacto)

16/9/25... Por El Bien De Otros

Filipenses 2.3-4 “ Nada  hagan  por contienda  o  vanagloria; antes bien  con  humildad ,  estimando,  cada  uno a  los demás,  como superio...