Meditación 16.12
Lectura en Salmos 27.14 “Aguarda a Jehová; Esfuérzate, y aliéntese tu corazón; Sí,
espera a Jehová”
¿Se ha
preguntado usted alguna vez por qué el salmista une al consejo de esperar al
Señor, con la exhortación de esforzarse y ser valiente? La razón es que, a veces,
esperar es lo más difícil de hacer. De hecho, la práctica de la paciencia es
una de las lecciones más importantes de la escuela de la obediencia; es
esencial que el creyente aprenda a esperar en Dios.
La cultura moderna vive con mucha
prisa: ¡Tengo que tenerlo
ya! ¡Tengo que hacerlo ya! Hemos
sido enseñados a permanecer en un estado permanente de alerta. Se necesita
valentía para mantenerse quietos cuando todo el mundo está apresurado. Se
necesitan fuerzas para obedecer cuando nuestro corazón nos dice: “¡Hazlo ya!”,
mientras que Dios nos susurra: “Espera”.
Pero la gente se apresura a actuar porque tiene miedo de perderse de algo. Los
creyentes que aceptan esa actitud se apresuran a hacer cosas, y después esperan
que el Señor los bendiga.
Dios no
deja nada al azar. No pone delante de nosotros una decisión teniendo la
esperanza de que hagamos lo correcto. Eso sería irresponsable y ajeno a su
naturaleza. El Padre celestial está más que dispuesto a enseñarnos lo que
debemos hacer, porque está interesado en nuestro bienestar. Pero hasta que
el Señor deje claro cuál debe ser el camino a seguir, tenemos que hacer una
pausa y esperar.
Esperar en
Dios no es pasividad ni tampoco una excusa para evadir responsabilidades. De
hecho, quienes buscan la voluntad de Dios son
los que hacen una pausa para orar, escrudiñar la Palabra y ayunar antes de
actuar; mientras siguen sirviendo a Dios dondequiera que puedan.
(De
Ministerios en Contacto)
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