Meditación 27.11
Lectura en 1 Tesalonicenses 5.12-24 “Os
rogamos, hermanos, que reconozcáis a los que trabajan entre vosotros, y os
presiden en el Señor, y os amonestan; 13 y que los tengáis en
mucha estima y amor por causa de su obra. Tened paz entre vosotros. 14 También
os rogamos, hermanos, que amonestéis a los ociosos, que alentéis a los de poco
ánimo, que sostengáis a los débiles, que seáis pacientes para con todos. 15 Mirad
que ninguno pague a otro mal por mal; antes seguid siempre lo bueno unos para
con otros, y para con todos. 16 Estad siempre gozosos. 17 Orad
sin cesar. 18 Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad
de Dios para con vosotros en Cristo Jesús. 19 No apaguéis al
Espíritu. 20 No menospreciéis las profecías. 21 Examinadlo
todo; retened lo bueno. 22 Absteneos de toda especie de
mal. 23 Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo
vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida
de nuestro Señor Jesucristo. 24 Fiel es el que os llama, el
cual también lo hará.”
¿Se ha dado cuenta de que la Biblia contiene mandatos, pero
no la explicación de cómo cumplir con ellos? Sabemos que la Biblia contiene
todo lo que necesitamos saber para obedecer a Dios. Sin embargo, a veces
desearíamos recibir instrucciones detalladas. Por ejemplo, el versículo 18 del
pasaje de hoy dice simplemente: “Dad gracias en todo, porque esta es la
voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús”.
Ahora bien, ¡esas sí que son palabras mayores! Nos
apresuramos a dar gracias al Señor por las bendiciones, tales como un nuevo
bebé, una nueva casa, o un nuevo trabajo, pero ¿qué de la enfermedad, del
dolor, de las dificultades o de las pérdidas? ¿Cómo podemos estar agradecidos
por tales cosas? La respuesta es que no podemos —a menos que reconozcamos que
Dios trae o permite el dolor y las dificultades en la vida por sus buenos
propósitos para con nosotros, y para su gloria.
José es un ejemplo de esta verdad. Sus hermanos lo vendieron
como esclavo, pero Dios usó su difícil situación para salvar la vida de muchas
personas, entre ellas a sus mismos hermanos (Génesis
50.20). Cuando elegimos la gratitud en vez de la amargura,
reconocemos que el Señor es bueno, incluso cuando las circunstancias no lo
sean.
Hay muchas cosas que nunca seremos capaces de entender en
este mundo, pero hay algo de lo que podemos estar muy seguros: Nuestro Dios
es bueno. Además, sus propósitos son buenos, y Él ha prometido estar con
nosotros en cada circunstancia. Si creemos esto, podemos dar gracias en todo.
(De Ministerios en Contacto)
TPSH 090224
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