Daniel 1.8-9 “Y Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey, ni con el vino que él bebía; pidió, por tanto, al jefe de los eunucos que no se le obligase a contaminarse. Y puso Dios a Daniel en gracia y en buena voluntad con el jefe de los eunucos”. Amén.
La total obediencia solo es posible por medio del poder del Espíritu Santo.
Alguien comprometido con la obediencia fue Daniel. “Tomó su decisión” y la siguió con éxito. Y hoy vemos a tantos cristianos flojos quejándose porque la obediencia no es simple ni fácil.
Obediencia significa hacer lo que Dios dice en el momento preciso, y de la manera que Él dice que se haga. Por lo que debemos saber lo que a Él le agrada. Esto lo logramos leyendo y familiarizándonos con las Sagradas Escrituras.
Nos pudiéramos sentir tentados a ir en otra dirección o a obedecer a medias. Como ninguno de nosotros es perfecto, habrá ocasiones en las que fracasaremos y terminaremos pecando. Pero lo importante es que volvamos a Dios.
En esos momentos de tentación, podemos usar la oración del rey David como guía: “Crea en mí, Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí”, como dice en Salmos 51.10.
El objetivo de la obediencia es permanecer cerca de Dios, sin importar cuántos errores cometamos.
Feliz día. ¡Dios te bendiga!
Evangelista Wilda
Messina
(Referencia: En.Contacto)
Reflexión 01.11.2023