Hebreos 10.19, 22 “Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura”. Amén.
Vamos, venimos; y cada temporada da paso a la siguiente. El cambio continuo es normal, pero NO en el caso con Dios, que es “el mismo ayer, hoy, y por los siglos” (Hebreos 13.8).
Es que el Señor es:
Omnisciente. Sabe lo que le ocurre a cada persona en todo momento (Prov.15.3). Ninguna circunstancia es desconocida para Él; no hay motivo o proceso de pensamiento que Él no descifre.
Omnipotente. Nada está fuera de su control. Ninguna autoridad en el cielo o en la Tierra puede frustrar sus propósitos (Job 42.2).
Omnipresente. Nada está fuera de la presencia del Señor (Salmos 139.7-12). Todo —espacio y tiempo— está a su vista.
Podemos confiar en lo fiel de su Palabra y en sus respuestas a nuestras oraciones.
Debido a que el carácter de Dios no se ve afectado por el tiempo, lugar, personas o circunstancias, Él es más digno de confianza que nuestro amigo más íntimo.
Cuando tus planes hayan fracasado, o la gente te haya decepcionado, clama a Dios, Él siempre irá a tu lado.
En medio de todos los cambios y fluctuaciones de la vida, Dios es una Roca que NUNCA se tambalea.
Feliz día. ¡Dios te bendiga!
Evangelista Wilda Messina
(Referencia: En.Contacto)
Reflexión del 24.10.2023
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