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“En aquel día no me preguntaréis nada. De cierto, de cierto digo, que todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo dará. Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido”. Amén.
Si te pidieran compartir el deseo de tu corazón, ¿qué dirías?
Cuando el Señor Jesús dijo a sus discípulos que les daría todo lo que pidieran en su nombre, no estaba hablando de deseos superficiales.
Cristo estaba confiándoles la fundación de la Iglesia, y necesitaban saber que Él les daría lo que fuera necesario para cumplir esa tarea. Lo mismo es cierto para nosotros.
La mayoría de nosotros, impulsados por motivos egoístas, tenemos una lista interminable de peticiones.
Pero los deseos piadosos, como mayor amor a Dios, comprensión profunda de su Palabra y una obediencia inmediata, son los deseos que en realidad necesitamos.
Nuestros deseos temporales van y vienen, pero los deseos espirituales si que dan fruto eterno.
Si nunca te has tomado el tiempo para evaluar el tema de tus oraciones, es posible que no sepas si tus deseos son piadosos.
No hay nada malo en pedirle al Señor bendiciones materiales o físicas, siempre y cuando el principal deseo sea someternos a la manera que Él elija responder.
Puedes estar confiado en que tus deseos serán otorgados, siempre que encajen con el plan de Dios.
Muy feliz día. ¡Dios te bendiga!
Evangelista Wilda Messina
(Referencia: En.Contacto)
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