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1 Timoteo 1.12-14
“Doy gracias al que me fortaleció, a Cristo Jesús nuestro Señor, porque me tuvo por fiel, poniéndome en el ministerio, habiendo yo sido antes blasfemo, perseguidor e injuriador; más fui recibido a misericordia porque lo hice por ignorancia, en incredulidad. Pero la gracia de nuestro Señor fue más abundante con la fe y el amor que es en Cristo Jesús”. Amén.
Pablo se describió como el peor de los pecadores y como alguien a quien el Señor había expresado su favor y amor. Ese es el poder de la gracia de Dios: a pesar de ser pecadores, cobramos vida espiritual y recibimos nuevo propósito.
Después de que Pablo conoció al Salvador, se preocupó por los que no lo conocían, y ayudó a los cristianos a crecer en su fe.
Pablo compartió el Evangelio, animó a otros creyentes y atendió las necesidades de los demás. Un verdadero embajador de Dios ante los gentiles. Sus cartas se convirtieron en sabiduría bíblica para todos.
A través de la obra transformadora del Espíritu Santo, Pablo mostró cualidades semejantes a las de Cristo. Fue compasivo, humilde y supo agradecer por las bendiciones de Dios.
Solo la gracia de Dios pudo permitir que un hombre instruido e influyente considerara todas sus credenciales como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo.
El Espíritu Santo busca hacer lo mismo con todos nosotros. ¡Déjalo actuar en Tu vida!
Muy feliz día. ¡Dios te bendiga!
Evangelista Wilda Messina
(Referencia: En.Contacto)
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