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“Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz”. Amén.
Son muchas las emociones y sentimientos que se viven para esta fecha. Muchas luces, brillo, fiestas, regocijo. La atmósfera se siente diferente. Ahora bien, solo unos pocos tienen el discernimiento de que este tiempo tiene que ver específicamente con Dios, y no con las trampas que agarran el espíritu.
Cuánta adrenalina por ir de compras, asistir a actividades, etc., como si ese fuera el verdadero objetivo de la Navidad. Unos ríen y celebran; otros reviven recuerdos dolorosos que abaten su espíritu. Sea de una u otra manera, la época es emotiva.
También están las esperanzas de que el año que vendrá puede traer cosas nuevas. Por lo que se piensa en nuevas perspectivas de vida.
Es lamentable que muchos se dejen atrapar, de forma sutil, por la época. No se dan cuenta que el enemigo utiliza sus artimañas para enganchar a las personas en creencias y costumbres que esclavizan.
Eso sí, cuando se conoce y se vive para Jesucristo, si que se comprende el verdadero significado del tiempo de Navidad. Solo Jesucristo tiene el poder de avivar el espíritu de todos, y en cualquier época del año.
No convirtamos estas celebraciones en una más, sino como un tiempo especial para celebrar el nacimiento de nuestro Redentor: Jesucristo el Salvador.
Feliz día de Nochebuena. ¡Dios te bendiga!
Evangelista Wilda Messina
(Referencia: Destello.de.su.gloria)
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