20.02.2022
“¿Hasta cuándo, oh Jehová, clamaré, y no oirás; y daré voces a ti a causa de la violencia, y no salvarás?”. Amén.
¿Te sientes alcanzado por el desánimo? Eso puede ocurrirnos a todos en algún momento. Se nos frustran las esperanzas, y viene la desilusión; que, cuando perdura, puede convertirse en desánimo. Es una etapa sin satisfacción, sin importar lo que se haga.
Las circunstancias pueden ser inevitables, pero la manera de responder la decidimos nosotros. Podemos dejar que la tristeza abrume el alma, o enfrentar la situación con valentía y traerla a Aquel que puede ayudarnos.
El desánimo divide la mente, y guía el enfoque a la aflicción. Entonces, la ira invade, y buscamos a quien culpar -sea a Dios, a otras personas, o a nosotros mismos.
Una frustración manejada incorrectamente puede convertirse en quejas y desesperación… nos aleja de los demás. Y nadie quiere la compañía de alguien así.
El aislamiento conduce a baja autoestima, y a tomar decisiones equivocadas basadas en sentimientos y emociones, en vez de en la verdad. Que se elija una actitud autodestructiva NO es lo que Dios quiere.
Aunque todos enfrentemos decepciones, como creyentes, no nos sumerjamos en ellas. Dios espera que le confiemos todo -aun las expectativas no satisfechas o las tristezas más profundas.
Recordemos que hay un propósito divino en todo lo que Dios permite (Romanos 8.28).
Que tengas feliz día,
y que ¡Dios te bendiga!
Evangelista Wilda Messina
(Referencia: Sígueme.Net)
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