Oseas profetizó durante años de decadencia del reino del norte (Israel),
durante tiempos difíciles, en los que las revueltas, los disturbios, golpes
militares y asesinatos eran episodios comunes.
En tiempos en que la anarquía, la desorganización y el caos cubrían el país,
y por consiguiente el pueblo era víctima de inseguridad, robo, violencia y
otros males.
Esas palabras fueron dadas directamente por Dios, para el pueblo de
Israel de aquellos tiempos, como anuncio del inevitable final que vendría, debido
a sus malas acciones.Recuerda que tiene como fundamento el libro de Oseas en su capítulo 10, el cual nos gustaría que leyeras.
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Para comenzar te refresco que Dios nos ha regalado un mundo hermoso, que nos brinda lindos y ricos frutos…y para todos los gustos. Un mundo, que en medio de toda situación vigente, aún así es capaz de brindar paz, felicidad y prosperidad.
Estamos rodeados por un mundo (un grupo de personas) que mientras más Dios le regala o bendice, más lejos de Él se vuelven; y más se acercan a aquello que en nada contribuye a su bienestar. Con corazones escurridizos, ligeros, y en aparente conocimiento del Creador… Que, de no enderezar sus pasos, se les hará cada vez más fuerte, pesada y evidente la carga. Un mundo a quien Dios –todavía hoy- da oportunidad, pero que de no aceptarla destrozará, como consecuencia de fundamentos, acciones y pensamientos tan desatinados e incorrectos.
Son esos quienes hablan y hablan; juran en falsedad; hacen desacertados acuerdos y pactos; no se detienen a analizar que se dirigen a crecimiento de contiendas, y de malas “hierbas” en sus vidas. A esos que adoran en confusión y falsedad increíbles. Que hacen duelo, idolatran, se lamentan, veneran el gran esplendor que ven. Que creen en las falsedades que otros –también ignorantes- les venden. A esos les advierto que esto tan solo es un camino al destierro, la esclavitud y la perdición.
Serán llevados con las falsas creencias delante del gran Rey. Serán avergonzados con sus propias falsedades. Desaparecerán como una rama que es arrastrada por un torrente de agua. Todos sus santuarios y templos paganos -lugares de culto al pecado- serán destruidos. Y vendrá el momentos en que cuánto todo esto acontezca dirán a las montañas «¡Cúbrannos!», a las colinas: «¡Caigan sobre nosotros!» Pero ay de ti…que has venido pecando desde tiempos y tiempos…lo mismo que haces hoy, y sin cambiar en nada.
Al que se empeña en sembrar maldad, criminalidad; que come del fruto de la mentira, del engaño; que confía en sus propias fuerzas y en sus propios medios…no se habrá de escapar del gran estruendo y devastación que se levantará, por causa de la extrema maldad.
Vendrá un tiempo en que los otros contra ti se rebelarán, y te aprisionarán con pecados e iniquidades más grandes que los tuyos.
Pero, no todo es destrucción ni llanto…Hay promesas de Dios, hermosas y palpables que están vigentes para ti hoy!
Vigentes para un pueblo, que no se doble ante el pecado, que no honre perversidades, y que se afane en llevar sus pies por el camino del bien, y de obediencia que Dios señala. Un pueblo al que Dios no le pone yugo, al que guía con mansedumbre y mucho amor.
A ese pueblo hoy Dios exhorta –en toda confianza- a sembrar en justicia, cosechar frutos de su amor; a labrar en el desierto. A buscarle con pasión.
Ya pronto el Señor llegará, y dejará ver su lluvia de justicia contra todo mal; y compensará con sus galardones a los que en Él aguardamos y confiamos..
Es tiempo de abrir tus ojos. Ayer Oseas lo dijo a Israel..Hoy Dios te lo recuerda a ti.
Dios, en el momento preciso, dará el pago a TODA impiedad.
Y la corona de gloria a TODA obediencia!
Dios te bendiga, y su Espíritu Santo te de la oportunidad de despertar.
Wilda Messina 28.12.12