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1 Pedro 1.3-4 “Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos, para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros”. Amén.
Muchos piensan que ser salvos de condenación es su responsabilidad, es bueno aclarar que es obra de Dios en la vida del pecador. Y que solo Jesucristo hace nacer de nuevo.
Si es cierto que hay una parte que corresponde a nosotros: responder con fe al mensaje del Evangelio, cuando su Espíritu toca el corazón.
Es imposible hacernos justos a nosotros mismos. No estamos capacitados para limpiar nuestra propia naturaleza pecaminosa.
Para encontrar el favor de Dios, es imprescindible confiar en el sacrificio que nuestro Salvador Jesucristo hizo en la cruz. Eso, fue la demostración del odio de Dios al pecado, también de su inmenso amor a la humanidad.
Jesús cargó con el castigo del pecado, para que impíos y malvados -como tú y como yo-, podamos ser justificados mediante la fe en Él.
Ya lo sabes: única manera en que puedes ser perdonado de toda esa escoria (llamada pecado), es mediante Jesucristo. El único que está a la diestra del Padre, e intercede, cuando nos humillamos, y arrepentimos de corazón.
No importa todo lo bueno que dizque seas o hayas hecho, solo serás declarado justificado (perdonado de pecados) si vienes a Cristo.
Ninguna otra receta te hará parte del pueblo de Dios. ¡Solo Jesucristo!
Feliz día. ¡Dios te bendiga!
Evangelista Wilda Messina
(Referencia:
En.Contacto)
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