Juan 17.25-26 “Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te he conocido, y éstos han conocido que tú me enviaste. Y les he dado a conocer tu nombre, y lo daré a conocer aún, para que el amor con que me has amado, esté en ellos…”.
¿Quién no habrá experimentado amor aunque sea en una etapa de su vida? No creo que exista una sola criatura. Sea amor de padres, cónyuge, hijos, hermanos, amigos… ¿Verdad que cuando te sientes amado tu corazón rebosa de alegría?
Y, si el amor humano es tan especial, ¿qué será del amor de Dios? NO tiene comparación.
Dios ama con amor incondicional. No porque seamos buenos (porque buenos no somos), sino porque su esencia es amar. Amar con pureza, aceptación, compasión, misericordia; sin tomar en cuenta pecados sino intenciones de un corazón rendido y humillado.
Al andar en los caminos del Señor, apreciarás y sentirás su amor en todo lo que te rodea. Penetrará en lo profundo de tu corazón, y te llevará a permitirle que sea Él quien dirija tus pasos, y pensamientos.
Su amor sin límites derriba toda barrera. Por ese amor, envió a su Único Hijo, para que Su amor pueda estar en nosotros.
El amor de Dios se recibe en lenguaje universal. Quien no ama es porque no ha conocido a Dios y su incondicional amor. Su amor es lo que lleva a amar al prójimo.
Si no has abierto tu corazón al amor de Dios, ¿por qué no lo haces ahora? Te aseguro que ¡se comenzarán a iluminar todos los lados oscuros de tu vida!
¡Que tengas un amoroso y bendecido
día!
Evangelista Wilda Messina
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