Santiago 3:1-2 “Hermanos míos, no se hagan maestros, sabiendo que recibiremos mayor condenación. Porque todos ofendemos muchas veces. Si alguno no ofende en palabra, este es varón perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo".
La palabra es una virtud que debemos administrar con responsabilidad.
El apóstol Santiago anima a no hacerse maestros apresuradamente. A muchos les encanta ser reconocidos y tener posiciones de influencia; aunque otros tengan deseos genuinos y bien intencionados, pero hablar era y es un oficio de gran responsabilidad.
Un cristiano verdadero (maduro, adulto, integro, santo) no ofende con sus palabras. Es alguien que ha alcanzado genuina madurez espiritual.
Esa madurez se hace evidente en cómo muestra lo que hay en su corazón, pues Jesús dijo: “de la abundancia del corazón, habla la boca”.
La persona que no ofende de palabra, es capaz de refrenar todo su cuerpo…y logra ponerle freno a su lengua.
Aprendamos a callar y solo a decir lo que es adecuado; porque donde abundan las palabras no falta el pecado.
Que aprendas a buscar la sabiduría de Dios, y la prudencia que viene del Espíritu Santo, para que no peques contra otros, ni contra Dios.
*Feliz y bendecido domingo!*
Wilda M.V.
(Referencia: Mensajes y Sermones para Predicar)
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