1 Pedro 1.3-5 ”Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo que, según su grande misericordia, nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos, para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros, que sois guardados por el poder de Dios, mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada, para ser manifestada en el tiempo postrero”. Amén.
Los creyentes de la ciudad de Corinto, que estaba caracterizada por impiedad, también una vez habían sido como aquellos conciudadanos: codiciosos, envidiosos, engañosos, airados, etc. Pero, siendo ya nuevas criaturas, pasaron a estar llenos del Espíritu Santo y a ser adoptados en la familia de Dios. Por lo que, su nuevo estilo de vida ya no concordaba con aquellos.
Pablo recordó a esos hermanos que no se dejaran influenciar por la antigua mentalidad. Y los animó a abandonar las viejas costumbres, para que pudieran comportarse como su nueva identidad: de hijos de Dios.
Nosotros también podemos confiar en que la salvación cambia nuestra mente e identidad. Nuestro Salvador hizo la obra completa en la cruz, dándonos una esperanza viva, para sostenernos cada día y garantizar nuestro futuro eterno. De nosotros depende el resto.
Feliz día. Y ¡Que Dios te bendiga!
Evangelista
Wilda Messina
(Referencia:
En.Contacto)
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