Juan 10.9-11, 17 “Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; entrará, saldrá, y hallará pastos. El ladrón no viene sino para hurtar, matar y destruir; Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia. Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas. Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar”. Amén.
La
misión de Cristo fue hacer la voluntad de su Padre.
Él vino para servir, hasta la muerte (Mt.20.28). Su propósito
final fue convertirse en el sacrificio que necesitábamos, para poder ser
reconciliados con el Padre.
Inclusive,
en su hora más oscura, no se apartó de su propósito. Se postró sobre su rostro, oró y dijo: Padre
mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero,
sino como tú (Mt.26.39). Dándonos el único camino al Padre y a la
vida eterna.
Hoy,
Jesús está sentado a la diestra del Padre,
intercediendo por nosotros (Rom.8.34). Y un día volverá para
juzgar los pecadores y recompensar a los santos.
Lo
mejor que nos puede pasar es estar conectados
con Cristo como Señor y Salvador.
Feliz lunes. ¡Que Dios bendiga, y te dirija!
Evangelista
Wilda Messina
(Referencia: En.Contacto)
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