Hebreos 4.14-16. “Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. No tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo, según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos confiados al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y gracia para el oportuno socorro”. Amén.
El hijo de Dios nunca está solo en las dificultades, porque Jesucristo sabe comprenderle.
Cuando ocurre un desastre en la vida de un amigo, es
natural tratar de ofrecerle consolación. Pero ¿alguna vez sentiste haber
dicho algo incorrecto?
A veces, nuestras expresiones de consuelo pudieran no
ser las más adecuadas. Por ejemplo, un “lo entiendo” puede sonar vacío, si no hemos
experimentado una situación semejante.
Sin embargo, la mayoría de nosotros anhelamos
sentirnos comprendidos. Y eso ayuda a acercarnos a otras personas que han enfrentado
circunstancias similares.
Y ¡Cristo sí que nos comprende!, Él experimentó
luchas como las nuestras. Jesucristo, como el sumo sacerdote, y enlace con el
pueblo de Dios, ofreció grande sacrificio por los pecados de Su nación.
Al hacerlo, lo soportó todo por nosotros. Ahora está sentado a la diestra
del Padre celestial, intercediendo a nuestro favor (el único intercesor).
Jesús, plenamente Dios y hombre, enfrentó toda tentación, necesidad y herida
que pudiéramos experimentar. ¡En Él sea toda nuestra confianza!
Feliz día. ¡Dios te bendiga!
Evangelista
Wilda Messina
(Referencia: En.Contacto)
No hay comentarios:
Publicar un comentario