Mateo 8.5-7 “Entrando Jesús en Capernaum, vino a Él un centurión, rogándole, y diciendo: Señor, mi criado está postrado en casa, paralítico, gravemente atormentado. Y Jesús le dijo: Yo iré y le sanaré”. Amén.
No importa lo que vean nuestros ojos, podemos
confiar en el Señor.
Un centurión romano se acercó a Jesús con una
súplica a favor de su criado “gravemente atormentado”. El Señor se ofreció a acompañar al
centurión y sanarle (vs.7).
Gesto asombroso, ya que los judíos pensaban que la casa de un
romano estaba prohibida para ellos. Y la reacción del centurión fue especial.
Dijo que no era digno de la compañía del Señor Jesús (vs.8), pero sabía que
la “Palabra” del Mesías era suficiente.
En algunas situaciones, debemos creer lo que Él
dice a pesar de que todo diga lo contrario. Esa es la esencia de la fe:
confiar en lo que el Señor promete.
¿Podríamos tener esa clase de fe del centurión, que
deleitó y “maravilló” a Cristo? Sería bueno recordar la confortadora respuesta de Jesús: “Ve,
y como creíste, te será hecho” (vs.13).
Tengamos presente que la fe nos hace capaces de
prestar atención a Cristo, así como a confiar en que cumplirá todas sus
promesas.
Feliz día. ¡Dios te bendiga!
Evangelista
Wilda Messina
(Referencia: En.Contacto)
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