Sábado 27.04.24
Salmos 150.1,2,6 “¡Alabado sea Dios en su templo! ¡Alabado sea en la majestad del firmamento! ¡Alabado sea por sus proezas! ¡Alabado sea por su imponente grandeza! ¡Que todo lo que respira alabe al Señor! ¡Aleluya!”. Amén.
¿Sabías que el libro de los Samos tiene 150 capítulos? Que hermoso cierre del libro… Exhortando a que todo lo que respire alabe a Dios.
Alabar es un deseo humano, un impulso que no se ignora fácilmente. Y, como cristianos, estamos llamados a alabar a Aquel que nos creó. Que nos hizo descendencia escogida, real sacerdocio, nación santa, pueblo que le pertenece, por habernos llamado de tinieblas a luz admirable, como nos dice en 1 Pedro 2.9.
Es hermosa verdad ser pueblo de Dios: creado, elegido y llamado por Él para tener una vida de alabanza.
En Salmos 34.1 David escribió: “Bendeciré al Señor en todo tiempo; lo alabarán siempre mis labios”. Y exhorta a los creyentes a unirnos a él: “Engrandezcan al Señor conmigo; exaltemos a una su nombre” (34.3).
Alabemos al Señor en todo lugar: la iglesia, el hogar, el trabajo, la universidad, en el colegio; al iniciar las labores, al atardecer; y cada noche al acostarnos.
Y no solo le alabemos por lo que ha hecho, sino por quien es. ¡Dios es verdaderamente digno de nuestra adoración! ¡TODO lo que respire, indiscutiblemente, alabe al Señor!
Feliz día. ¡Dios te bendiga!
Evangelista
Wilda Messina
(Referencia: En.Contacto)
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