20.04.24
Proverbios 10.2-5 “Los tesoros de maldad no serán de provecho; más la justicia libra de muerte. Jehová no dejará padecer hambre al justo; más la iniquidad lanzará a los impíos. La mano negligente empobrece; más la mano de los diligentes enriquece. El que recoge en el verano es hombre entendido; el que duerme en el tiempo de la siega es hijo que avergüenza”. Amén.
Imaginemos a un diligente agricultor que se esfuerza día tras día, sembrando semillas y cultivando frutos. Está desde la madrugada hasta el anochecer, cuidando de esos cultivos con fe y persistencia inquebrantables; confiando en que su trabajo será recompensado.
Aquí queremos aplicar lo que nos dice el versículo de hoy: la mano diligente que enriquece. Así como una cosecha abundante es el resultado de un trabajo laborioso, nuestra vida está determinada por nuestros hábitos diarios.
Mediante oración y obediencia, debemos alinearnos con los planes de Dios, en lugar de hacerlo con los nuestros. Eso es cultivar hábitos conforme a las Sagradas Escrituras.
Esa clase de diligencia va de la mano con la administración de nuestro tiempo, talentos, relaciones y recursos. Usando todo esto con sabiduría y para la gloria de Dios, daremos buenos frutos para El Reino. Evaluemos en oración nuestros hábitos.
Dios bendice a quienes perseveramos y nos esforzamos por cumplir Su voluntad.
Feliz día. ¡Dios te bendiga!
Evangelista
Wilda Messina
(Referencia: En.Contacto)
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