25.04.24
Hebreos 12.1-2 “Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro, tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe…”. Amén.
Los maratonistas siguen una ruta definida. Pero supongamos que uno de los atletas decide elegir su propia ruta, atravesando lugares con menos obstáculos, y con la línea de meta igual a la original. Su plan pudiera parecer bueno, pero al cruzar la línea de la meta, no habrá medalla esperándole. Qué decepción ¿Verdad?
Nosotros hacemos lo mismo cuando decidimos trazar la carrera de nuestra vida, en lugar de correr la de Dios. Seguir su ruta nos mantiene en camino correcto, si es que nuestro objetivo es ¡La Patria Celestial!
No es comenzar a correr, es cómo llegar al final de la carrera.
Ahora bien, no importa qué tan lejos te hayas desviado del curso trazado por Dios, el Espíritu Santo seguirá recordándote enderezar tu ruta. Es cuestión de poner atención a sus indicaciones y obedecerle.
¡Si corremos la carrera que Dios nos ha trazado, terminaremos bien!
Feliz día. ¡Dios te bendiga!
Evangelista
Wilda Messina
(Referencia: En.Contacto)
No hay comentarios:
Publicar un comentario