Diciembre 04.2023
Hebreos 12.28-29 ” Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia; porque nuestro Dios es fuego consumidor”. Amén.
Has escuchado de los niños decir: ¡Mi papá es más fuerte que el tuyo! ¡Mi mamá cocina más bueno que todo el mundo! ¿Alguna vez has notado que los niños pequeños confían instintivamente en sus padres, y que hablan de ellos con gran orgullo?
Para un niño inocente no existen personas más listas, más guapas o divertidas que sus padres. Pero hay un momento en que las cosas comienzan a cambiar. A medida que los niños crecen y ven su entorno, esa admiración inquebrantable comienza a tambalearse, sobre todo en la adolescencia.
Entonces, la percepción hacia los padres cambia, provocando indiferencia e ingratitud. Es que el adolescente desea sentirse independiente, lo que le lleva a cuestionar las opiniones de sus padres.
Nosotros debemos ser como niños (Mateo 18.3). Adorar y admirar a nuestro Padre celestial. Hablar de Él a los demás con la misma reverencia y alegría que cuando creímos.
De haberse desvanecido el gozo por el Señor (de haber llegado la adolescencia espiritual), pidámosle al mismo Dios que nos ayude a redescubrirlo. Luego, volvamos a pasar tiempo con su Palabra, y en oración. A buscar de nuevo ese deleite que solo Él puede darnos.
Feliz día. ¡Dios te bendiga!
Evangelista
Wilda Messina
(Referencia: En.Contacto)
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