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Juan 15.1-2, 5 “Yo soy la vid verdadera, y mi Padre el labrador. Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer”. Amén.
No somos nosotros la vid: Es Jesucristo. Muchas veces estamos tratando de lograr por nosotros mismos lo que el Señor quiere lograr a través de nosotros. Si pensamos que vamos a impresionar al Padre y ganar su aprobación con nuestros hechos, ¡Qué ilusos somos!
La tarea del Espíritu Santo es vivir la vida de Cristo por medio de nosotros. Dijo Pablo en Gálatas 2.20: “Ya no vivo yo, vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios”.
Cristo fue ejemplo perfecto de una vida llena del Espíritu. Por lo que toda sabiduría, conocimiento, fortaleza y valentía de Cristo procedían de Dios a través del Espíritu Santo.
Los cristianos echamos raíces en el Señor meditando en su Palabra, orando y sirviendo. Confiar en Él es una vida que permanece.
Recuerda: Es que sea vivida la vida de Cristo por medio de nosotros.
Feliz día. ¡Dios te bendiga!
Evangelista Wilda Messina
(Referencia:
En.Contacto)
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