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1 Timoteo 1.14, 15-17 “Pero la gracia de nuestro Señor fue más abundante con la fe y el amor que es en Cristo Jesús. Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero. Por tanto, al Rey de los siglos, inmortal, invisible, al único y sabio Dios, sea honor y gloria por los siglos de los siglos”. Amén.
Ya lo sabemos: El castigo por el pecado es muerte y separación eterna de Dios. Nadie está exento de esa verdad bíblica, y nada podemos hacer para cambiarlo.
Pero apareció la Gracia de Dios. Su favor inmerecido para con nosotros.
El apóstol Pablo jugó un gran papel en la violencia dirigida a los cristianos y, según sus propias palabras, era el “primero” de los pecadores.
Pero, luego del Señor transformarlo, se dedicó a compartir el mensaje del Evangelio. La vida de Pablo ilustra la Gracia de Dios.
La salvación es posible solo por la Gracia inmerecida de Dios. Y Jesucristo, que recibió el castigo por nuestros pecados, merece todo el crédito de nuestra redención.
Ninguna transgresión es demasiado grande para no ser perdonada por Cristo. Lo que nos toca hacer es recibir ese glorioso Regalo.
Si confiamos en Cristo como Salvador, Dios nos salvará, haciéndonos sus hijos para siempre.
Feliz día. ¡Dios te bendiga!
Evangelista Wilda Messina
(Referencia: En.Contacto)
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