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Salmos 119.35-38 “Guíame por la senda de tus mandamientos, porque en ella tengo mi voluntad. Inclina mi corazón a tus testimonios, y no a la avaricia. Aparta mis ojos, que no vean la vanidad; avívame en tu camino. Confirma tu palabra a tu siervo, que te teme”. Amén.
Una vez puesta nuestra vida y fe en el Señor Jesucristo nos convertimos en hijos de Dios. Y, para ir madurando en ese camino, debemos:
1. Conocer cada día más y más a nuestro Padre celestial. En la Biblia encontraremos esos atributos, valores y pensamientos de Dios que necesitamos conocer… ¡Nuestro sentido de conexión con Dios crecerá!
2. Comunicarnos con nuestro Padre. Es necesario mantener un estrecho contacto con Dios mediante
la oración. Seremos capaces de resistir las tentaciones, ya que Él siempre
estará en primer lugar.
Toda relación en la cual se invierte, prospera; y se marchita cuando la descuidamos.
3. Actuar con obediencia. La relación cercana con Dios nos inspira a vivir conforme a su Palabra. ¡A vivir el Texto! Sus instrucciones son esenciales para vivir de la manera que a Él le agrada.
4. Crecer en semejanza al Salvador Jesucristo. Cooperando con la obra transformadora del Espíritu Santo, vamos a pensar, actuar y servir como nuestro Padre espera.
¿Estamos haciendo la parte que nos corresponde, para mantener una relación saludable con Dios y con Jesucristo? ¡Es tiempo de meditar!
Feliz día. Y ¡que Dios te bendiga!
Evangelista Wilda Messina
(Referencia: En.Contacto)
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