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Salmos 32.1-2, 9-11 “Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado. El hombre a quien Jehová no culpa de iniquidad, y en cuyo espíritu no hay engaño.
No sean como el caballo, o el mulo, sin entendimiento, que han de ser sujetados con cabestro y freno, porque si no, no se acercan. Muchos dolores habrá para el impío; pero al que espera en Jehová, le rodea la misericordia…”. Amén.
Sentirte culpable por hacer algo que viola la conciencia es bueno. Los sentimientos de culpabilidad y arrepentimiento sirven de recordatorio de que hemos hecho algo malo y necesitamos arrepentirnos.
De hecho, sin el sentimiento de culpa, nunca reconoceríamos que somos pecadores que necesitamos al Salvador.
La culpa es la manera en que el Señor nos indica que vamos en el camino equivocado, para que podamos volver a Jesucristo en obediencia.
Muchos afirman que la culpa es mala, pero no es así. Lo importante es tener la reacción apropiada de acudir al Señor en arrepentimiento, como lo hizo el rey David.
Demorarnos en hacerlo pudiera hacernos sentir la pesada mano de Dios. Sin embargo, con la confesión sincera, los pecados son perdonados, la culpa desaparece y el gozo de la Salvación se renueva.
A través de tu experiencia, puedes mostrarle a otros que pueden también ser liberados y experimentar la paz y el gozo de Dios.
Feliz día. Y ¡que Dios te bendiga!
Evangelista Wilda Messina
(Referencia: En.Contacto)
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