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Mateo 28.1-2, 5, 6 “Pasado el día de reposo, al amanecer del 1er. día de la semana, vinieron María Magdalena y la otra María, a ver el sepulcro. Y hubo un gran terremoto; porque un ángel del Señor, descendiendo del cielo y llegando, removió la piedra, y se sentó sobre ella. Mas el ángel, respondiendo, dijo a las mujeres: No temáis vosotras; porque yo sé que buscáis a Jesús, el que fue crucificado. No está aquí, pues ha resucitado…”. Amén.
Luego del juicio, flagelación, crucifixión y todo lo que siguió la muerte de nuestro Señor Jesucristo, el proceso concluyó… Y llegó el silencio.
Los que presenciaron todo esto deben haberse sentido desalentados. El Señor Jesús, Aquel a quien amaban y que los había amado tanto estaba en una tumba… Pero no por mucho tiempo.
El domingo temprano, dos mujeres fueron a terminar la preparación de la sepultura del Señor. Pero su luto se transformó en gozo. Un ángel las saludó, diciendo: “No está aquí, pues ha resucitado, tal como dijo” (vs.6).
Las mujeres corrieron a decírselo a los discípulos. Y en el camino vieron al Mesías, ¡como si el Señor Jesús nunca se hubiera ido! Allí estaba muy vivo, y con las cicatrices de su pasión.
La alegría de ellas puede ser la tuya al celebrar la resurrección de Cristo en tu corazón. Hoy pudieras cantar de regocijo y triunfo sobre el pecado y la tumba.
¿Que te parece si hoy enfocas tu corazón y mente, y meditas que todo eso fue por mí, y fue por ti?
Feliz día. ¡Dios te bendiga!
Evangelista Wilda Messina
(Referencia: En.Contacto)
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