3,571
Te resumiré a Juan 9.1-7… Jesús vio un hombre ciego de nacimiento. Preguntaron sus discípulos, que ¿quién había pecado, él o sus padres, para que fuera ciego? Les respondió Jesús: Ni éste, ni sus padres, es para que las obras de Dios se manifiesten en él. Jesus, con su saliva y tierra, hizo lodo que untó en los ojos del ciego. Lo envió a lavarse en el estanque de Siloé, y regresó viendo. Amén.
Las historias son interesantes y nos atraen. Por eso, cuando contamos a otros cómo nos ha salvado y cambiado el Espíritu Santo, comienza a trabajar en los corazones de los demás.
Consideremos el pasaje bíblico de hoy, que relata la historia de un ciego de nacimiento. Muchos le preguntaron cómo había recuperado la vista, y él se limitó a relatar los hechos: Jesús hizo lodo, me untó los ojos, me dijo que fuera a lavarme, fui, me lavé, y recibí la vista.
Y unos decía: ¿No es este el que mendigaba? Otros decían: Él es. Y otros: A él se parece. Pero el hombre solo repetía: Yo soy. (vss.8-12).
La transformación de aquel hombre fue tan asombrosa, e imposible para estándares humanos, que los observadores comenzaron a elaborar su propia narrativa, tratando de explicar lo que había sucedido.
Al igual que él, nosotros no tenemos que saber todas las respuestas a todas las preguntas para hablar de nuestro Salvador; solo necesitamos contar lo que el Señor Jesús ha hecho por nosotros. El Espíritu Santo hará el resto.
Muy feliz día. ¡Dios te bendiga!
Evangelista Wilda Messina
(Referencia: En.Contacto)
No hay comentarios:
Publicar un comentario