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1 Samuel 18.5-9
“Salía David a dondequiera que Saúl le enviaba, y era prudente. Lo puso Saúl sobre gente de guerra, y era acepto a los ojos de todos. Aconteció que cuando volvían ellos, David de matar al filisteo, salieron las mujeres cantando y danzando, para recibir al rey. Y cantaban las mujeres: Saúl hirió a sus miles, y David a sus diez miles. Se enojó Saúl en gran manera, y dijo: A David dieron 10 miles, y a mí miles; no le falta más que el reino. Y desde aquel día Saúl no miró con buenos ojos a David”. Amén.
Todos tenemos deseos y esperanzas. Pero nuestros planes no siempre son voluntad de Dios, y las cosas que vemos que otros experimentan pueden no ser lo que Él tiene reservado para nosotros. NO nos comparemos con los demás, eso trae envidia y celos.
Saúl oyó que las mujeres atribuían mayores elogios a David que a Él, por lo que se volvió envidioso y desconfiado. Comenzó a temer que perdería el reino por causa de David. Sus celos lo llevaron a ese resultado.
¿Pudiera existir celos escondidos en tu corazón? ¿El éxito de alguien te está provocando enojo, descontento o ansiedad? Son indicadores de mentalidad celosa.
La satisfacción no viene con querer lo del otro. Más bien, con el hecho de aprender a aceptar lo que Dios da. Solo Él ve lo evidente y da lo que necesitamos.
Muy feliz día. ¡Dios te bendiga!
Evangelista Wilda Messina
(Referencia: En.Contacto)
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