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Juan 8.10-11 “Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más”. Amén.
El apóstol Juan nos habla de unos fariseos que quieren apedrear a una mujer acusada de adulterio. Estos, están tan enfocados en los tecnicismos de la ley que no entienden que la misma existe para ayudar a conocer y amar a Dios.
Si sus corazones no hubieran estado tan endurecidos, pudieron haber descubierto que la ley se cumple con amor; pues en Romanos 13.8 dice que lo que le debamos a otros sea el amarnos, porque amando al prójimo, se cumple la ley.
El Señor, sintiendo compasión por el pasado de la mujer, le dijo que estaba libre de condenación.
Es que Jesús conoce cada detalle de tu pasado. Dice en Salmos 19.1-4 que Jehová, nos has examinado y conocido. Ha conocido el sentarnos y levantarnos; ha entendido nuestros pensamientos. Escudriñado nuestro andar y reposo. Que todos nuestros caminos le son conocidos. Que aún no está la palabra en nuestra lengua, y Jehová, la sabe.
Cuando pasemos de solo cumplir leyes a centrarnos en Dios, descubriremos su carácter y voluntad para nosotros. Y, al igual que esta mujer, nos encontraremos con el Jesús, con el Dios de misericordia.
Te invito a que leas mejor la historia de esta mujer en Juan 8.3-11.
Feliz día. ¡Dios te bendiga!
Evangelista Wilda Messina
06.02.23
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