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Salmos 119.68-72
“Bueno eres tú, y bienhechor; enséñame tus estatutos. Contra mí forjaron mentira los soberbios, más yo guardaré de todo corazón tus mandamientos. Se engrosó el corazón de ellos como sebo, más yo en tu ley me he regocijado. Bueno me es haber sido humillado, Para que aprenda tus estatutos. Mejor me es la ley de tu boca que millares de oro y plata”. Amén.
Aunque la salvación libra de la condenación eterna, seguimos luchando con el pecado. El diablo trata de engañarnos y de atraparnos en nuestra naturaleza carnal. Felizmente, no estamos indefensos: Dios nos ha dado su Espíritu y Palabra para guiarnos.
Aunque nuestra victoria contra el pecado no será completa en esta vida, podemos enfrentarlo al conocer y asemejarnos más a Cristo.
Veamos cuatro maneras en las que nos rebelamos contra Dios:
1. Dejando de obedecer sus mandatos. Nuestra rebelión puede ser obvia, como robar o mentir. O secreta, como albergar un espíritu de amargura, odio o resentimiento.
2. Buscando lo que Dios prohíbe. Dios ha declarado que ciertas acciones están prohibidas porque lo deshonran y tienen consecuencias devastadoras en nuestra vida.
3. Haciendo lo que el Señor dice, pero de manera incorrecta. Dios evalúa no solo nuestras acciones, sino también nuestros motivos y actitudes.
4. Insistiendo en nuestros propios planes. Sometámonos a la voluntad de Cristo y esperemos pacientemente su guía, si realmente le pertenecemos.
En vez de justificar cada rebeldía, reconocerla y arrepentirnos es la mejor opción.
Feliz día. ¡Dios te bendiga!
Evangelista Wilda Messina
(Referencia:
En.Contacto)
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