1 Pedro 3.8, 9, 11
“Finalmente, sean de un mismo sentir, compasivos, amándose fraternalmente, misericordiosos, amigables; no devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario, bendiciendo, sabiendo que fueron llamados para heredar bendición. Apártese del mal, y haga el bien; Busque la paz, y sígala”. Amén.
Cuando las personas discuten, pueden decir palabras crueles y herir. Como cristianos, nuestras creencias deben influenciar positivamente la manera en que reaccionamos en los conflictos.
Consideremos lo siguiente, como parte de la soberanía de Dios. Si creemos en Su Palabra, que proclama el dominio del Creador sobre todo, sabremos que nada está oculto de Él o fuera de su control.
Nuestro Padre celestial ha prometido proteger a sus hijos, y Él sabe cuándo somos atacados. Nada puede tocarnos sin que Él lo permita. Y su soberanía le da poder de convertir el dolor en algo beneficioso.
Su voluntad no puede ser frustrada, incluso en malas situaciones. Al creer en la soberanía del Señor, nuestra perspectiva sobre el conflicto cambia. En vez de miedo, enojo o resentimiento, nos dirigimos a Él en busca de dirección.
Tener confrontaciones es inevitable. Cuando la culpa es nuestra, pidamos perdón; cuando los responsables son otros, quizá tengamos que confrontarlos. Pero, sin importar las circunstancias, estamos llamados a perdonar sin excepción.
Siempre Dios tiene el control. Como embajadores de Cristo, el cómo reaccionamos en un conflicto es sumamente importante.
Feliz día. ¡Dios te bendiga!
Evangelista
Wilda Messina
(Referencia: En.Contacto)
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