14/08/2022
2 Corintios 1.8-10
“…No queremos que ignoren acerca de nuestra tribulación que nos sobrevino en Asia; pues fuimos abrumados sobremanera más allá de nuestras fuerzas, de tal modo que perdimos la esperanza de conservar la vida. Pero tuvimos sentencia de muerte, para que no confiáramos en nosotros, sino en Dios que resucita a los muertos; el cual nos libró, y nos libra, y en quien esperamos que aún nos librará, de tan gran muerte”. Amén.
Aunque el tiempo del apóstol Pablo fue diferente al nuestro, algunas cosas eran iguales: la tentación, los problemas, las aflicciones, el pecado. Es que Satanás fue, y sigue siendo, una amenaza.
Aunque Pablo temió no salir con vida, creyó que Dios le sustentaría en sus momentos difíciles.
Cristo enseñó que el poder divino podía, y puede, vencer toda tribulación. Eso, no quiere decir que los creyentes estemos exentos de tristezas y dolores -pues también somos de carne-, pero si confiamos en el Señor, Él puede suplir nuestras necesidades (Filip. 4.19).
Nuestra fe se robustece cuando confiamos en Dios también en tiempos de aflicción.
El poder de Dios está disponible para quienes confiesen sus debilidades e insuficiencias. Hay veces que todo cambia tan solo con decir: Padre, no puedo más. Solo Tú puedes hacer la diferencia.
Solo humíllate, confiesa tus aflicciones a Dios, y cree… ¡Él hará el resto!
¡Feliz día, y que Dios te bendiga!
Evangelista Wilda Messina
(Referencia: En.Contacto)
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