13/08/2022
2 Corintios 1.3-5
“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios. Porque de la manera que abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así abunda también por el mismo Cristo nuestra consolación”. Amén.
La decepción, en algún momento de la vida, afecta a todos. Perder las esperanzas, nos hunde en el desánimo.
Pablo vivió una avalancha de aflicciones, más allá de sus fuerzas. Al punto que acabó perdiendo la esperanza de salir con vida (vs.8).
Cuando te sientas desanimado por dificultades, ¡mantente enfocado en el Señor, y no en ti! (vs.9). Sus propósitos son más altos de lo que puedes ver desde tu valle de la desesperación.
Si te limitas a pensar en los infortunios, terminarás respondiendo de manera pecaminosa. Culpando a otros, o hasta reclamando a Dios… y la ira aparecerá.
El consuelo de Dios siempre está disponible… aún en nuestras bofetadas. Pon tu esperanza en Él, y no en tus acciones fallidas.
Si somos atribulados, es para consolación y salvación (vs.6).
¡Feliz día, y que Dios te bendiga!
Evangelista Wilda Messina
(Referencia: En.Contacto)
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