15.05.2022
Ezequiel 18.19-20
“¿Cómo? -se preguntan ustedes-. ¿No pagará el hijo por los pecados del padre? ¡No! porque si el hijo hace lo que es justo y correcto y obedece mis decretos, ciertamente vivirá. La persona que peque es la que morirá. El hijo no será castigado por los pecados del padre ni el padre por los pecados del hijo. Los justos serán recompensados por su propia conducta recta y las personas perversas serán castigadas por su propia perversidad”. Amén.
¡Qué justo es Dios! cada quién cargará con su propio pecado. Nadie será castigado por perversidades de otros. Pero tampoco le servirá de “favor” lo bueno que haya hecho alguien más.
El justo, correcto y obediente a Dios, ciertamente vivirá. No se quedará sin recompensa; pero ¡tampoco el pecador será exonerado de condena!
Es bueno que sepas que tu pasado no, necesariamente, determinará tu futuro. Si un inicuo abandona sus pecados y comienza a caminar de la mano de Cristo, su pasado pecaminoso será borrado. Y ¡Dios se goza en esto!
La invitación es a arrepentirnos y apartarnos de vida corrompida. A atesorar un corazón y espíritu nuevos… para no ser destruidos. A que ¡cambiemos de rumbo!
Aunque es cierto que el apóstol Pablo dice que todos somos pecadores (Romanos 3.23), como consecuencia del pecado original; contamos con Jesucristo, quien pagó por nosotros el precio de nuestra condena.
¡Por su Gracia somos limpiados!, y delante del Padre no juzgará nuestro presente ni nuestro pasado.
Si sientes que la vida en que andas no es grata a Dios, la misericordia de Cristo sigue vigente para ti también. ¡Ven a Él hoy! Y luego, ¡decídete a perseverar hasta el final!
Feliz día. ¡Dios te bendiga!
Evangelista Wilda Messina
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