14.05.22
“Pero una criada, al verle sentado al fuego, se fijó en él, y dijo: También este estaba con él. 57 Pero él lo negó, diciendo: Mujer, no lo conozco. 58 Un poco después, viéndole otro, dijo: Tú también eres de ellos. Y Pedro dijo: Hombre, no lo soy. 59 Como una hora después, otro afirmaba, diciendo: Verdaderamente también este estaba con él, porque es galileo. 60 Y Pedro dijo: Hombre, no sé lo que dices. Y en seguida, mientras él todavía hablaba, el gallo cantó”. Amén.
El apóstol Pedro era hombre de fe y acciones intrépidas, pero su manera de ser -impetuosa- lo llevaba a cometer errores. Quizás algunas veces se sintió como un fracasado en vez de un discípulo fiel.
Habrá quienes se pudieran identificar con Pedro cuando no cumplen con sus expectativas. Aprender a obedecer a Dios es un proceso, y el fracaso es parte de nuestro desarrollo de humildad.
Al ceder a la tentación nos rebelamos contra Dios, pero nos pudiéramos dar cuenta que el pecado en nada recompensa.
Todos preferiríamos crecer en fe sin falsear, pero no neguemos que nuestros fracasos son aleccionadores. Nos enseñan humildad, rasgo esencial para quienes siguen a Cristo.
Para eliminar el orgullo es importante reconocer que necesitamos al Dios cuyos caminos y propósitos son más altos que los nuestros.
El Señor no recompensa rebeldía ni maldad, pero bendice a quienes se arrepienten y aceptan la disciplina como herramienta de crecimiento.
Así que, haz que tu objetivo sea convertirte en un estudiante moldeable en las manos del Señor, y agradece por usar tus fracasos para bendecir tu vida.
Feliz día. ¡Dios te bendiga!
Evangelista Wilda Messina
(Referencia: En.Contacto)
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