06.04.2022
Salmos 19.12-14 “¿Quién podrá entender sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos. Preserva también a tu siervo de las soberbias; que no se enseñoreen de mí; entonces seré íntegro, y estaré limpio de gran rebelión. Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti, Oh Jehová, roca mía, y redentor mío”. Amén.
Nuestras palabras pueden ser herramientas de mucho bien. Podemos hablar a nuestro Padre celestial; comunicar la verdad de Jesucristo y cantar alabanzas; capacitar, motivar, y alertar; también expresarnos lealtad unos a otros.
Sin embargo, también nuestras palabras tienen poder de hacer daño. Se pudiera comenzar con algo pequeño (con un simple comentario acerca de alguien).
A veces, expresamos nuestra opinión de manera acusadora o curiosa, haciendo preguntas que provoquen a respuestas negativas.
Hay preguntas y comentarios que hacemos, que pudieran sembrar semillas de duda y desconfianza… y hasta dañar la reputación de otros. Otra palabra para esto es “chisme”.
A Dios no le gusta el chisme, ya que separa, traiciona confianza y provoca oposiciones.
Dios ve a los chismosos como injustos y perversos; también como detractores. Él Señor toma en serio nuestras palabras.
Pidamos al Espíritu Santo que nos muestre la verdad en cuanto a las palabras que usemos, y que sean para transformar cualquier actitud del corazón que pueda incitar al chisme.
Seamos de bendición con nuestras palabras.
Feliz día. ¡Dios te bendiga!
Evangelista Wilda Messina
(Referencia: En.Contacto-TPSH 291214)
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