12.04.2022
Eclesiastés 2.8-11
“Me amontoné también plata y oro, y tesoros preciados de reyes y de provincias; me hice de cantores y cantoras, de los deleites de los hijos de los hombres, y de toda clase de instrumentos de música. Y fui engrandecido y aumentado más que todos los que fueron antes de mí en Jerusalén; a más de esto, conservé conmigo mi sabiduría. No negué a mis ojos ninguna cosa que desearan, ni aparté mi corazón de placer alguno, porque mi corazón gozó de todo mi trabajo; y esta fue mi parte de toda mi faena. Miré yo luego todas las obras que habían hecho mis manos, y el trabajo que tomé para hacerlas; y he aquí, todo era vanidad y aflicción de espíritu…”. Amén.
Muchos parecen felices y seguros de sí mismos, pero en el fondo están vacíos. Pese a sus intentos de llenar sus vidas… TODO es VANIDAD.
Se esfuerzan en la realización personal, en las metas, pero al final es como tratar de atrapar el viento.
Existe una buena razón por la cual la vida puede sentirse vacía. No hay satisfacción interior, por no tener una relación con Dios.
El yo interior solo Uno lo satisface: ¡Dios!
No existe satisfacción plena hasta no acercarnos al Señor en arrepentimiento y fe en Jesucristo.
Cuando conocemos y comprendemos el amor del Hijo de Dios, nos llenamos de toda su plenitud (Efesios 3.17-19).
Y ¿por qué será que hay algunos creyentes que dicen sentirse vacíos? Pudiera ser como resultado de desobediencia, y negatividad para rendirse a la voluntad de Dios.
Cuando nuestros corazones se basan en circunstancias, perdemos el “norte” de que es solo en presencia de Dios donde encontramos plenitud de gozo y delicias para siempre (Salmos 16.11).
Feliz día. ¡Dios te bendiga!
Evangelista Wilda Messina
(Referencia: En.Contacto)
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