17.04.2022
Salmos 27.7-9
“Oye, oh, Dios, mi voz con que a ti clamo; ten misericordia de mí, y respóndeme. Mi corazón ha dicho de ti: Buscad mi rostro. Tu rostro buscaré, oh, Dios; no escondas tu rostro de mí. No apartes con ira a tu siervo; mi ayuda has sido. No me dejes ni me desampares, Dios de mi salvación”. Amén.
Muchas personas han sido influenciadas por el testimonio del Evangelio en familiares, amigos o vecinos. Siendo testigos de cómo aquellos buscaban de corazón al Señor. Y hubo momentos en que ¡deseaban tener lo que ellos!
Pero estaban conscientes que, la única manera en que eso sucedería, sería si se buscaban a Dios de corazón.
Qué bueno es que ya muchos nos estamos esforzando -diariamente- en mantener viva una relación con el Señor; que solo hemos logrado al aceptar a Jesucristo como Salvador.
Esa relación NO ocurre automáticamente. NO se logra durante un servicio en el templo, ni leyendo uno o dos capítulos de la Biblia, tampoco orando 15 minutos o 2 horas al día. ¡Buscar a Dios es un esfuerzo que va más allá!
Muchos creyentes (satisfechos con relaciones superficiales con Dios), lo buscan solo cuando lo necesitan, sin disposición de corazón, y menos con sacrificios. Caer en ese error, es tragedia mortal.
Busca al Señor -genuinamente- mientras pueda ser hallado.
¿Estarías dispuesto a esforzarte por tener una relación verdadera con tu Salvador, y, por lo tanto, con Dios? ¡Obtendrás recompensa eterna!
Feliz día. ¡Dios te bendiga!
Evangelista Wilda Messina
(Referencia: En.Contacto)
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