16.04.2022
Romanos 3.10-12 “Como está escrito: No hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda, ni busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; no hay quien haga lo bueno, ni siquiera uno”. Amén.
Algunas personas creen que sus buenas acciones le garantizarán librarse del infierno.
Pero nadie se salva de la condenación divina por todo lo bueno que haga.
La condenación tiene que ver con nuestro estado pecaminoso, en otras palabras, es tener una naturaleza alejada del Señor.
Todos tenemos, por lo regular, una naturaleza rebelde. Observemos a cualquier niño pequeño, y cómo se comporta después de que sus padres le dicen: ¡No toques eso!
Su impulso de hacer lo que quiere es más fuerte que el deseo de complacer a la madre.
Ni una sola persona es lo suficientemente buena o sabia como para vivir sin pecar y ser agradable ante Dios (Rom.3.23).
Dios decretó que el pecado merece pena de muerte. Y la Biblia deja claro que solo nos libra un sacrificio perfecto (Levítico 22.20).
Por lo que, en nuestro estado pecaminoso, somos incapaces de salvarnos nosotros mismos, o mediante un ser humano semejante a nosotros.
Pero… Dios nos amó tanto ¡que envió la solución!: Al Señor Jesucristo, para que muriera en nuestro lugar.
Cuando pones tu fe en Él -como tu Salvador-, tu espíritu cobra vida y tu corazón sufre una real transformación.
En el momento en que Dios salva, nos convierte en una nueva y
hermosa creación, con naturaleza obediente a Él.
Feliz día. ¡Dios te bendiga!
Evangelista Wilda Messina
(Referencia: En.Contacto)
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