04.03.2022
1 Timoteo 1.3-5 “Como te rogué que te quedases en Éfeso, cuando fui a Macedonia, para que mandases a algunos que no enseñen diferente doctrina, ni presten atención a fábulas y genealogías interminables, que acarrean disputas más bien que edificación de Dios que es por fe, así te encargo ahora. El propósito de este mandamiento es el amor nacido de corazón limpio, buena conciencia, y fe no fingida”. Amén.
Poderosa es nuestra conciencia. Influye
en nuestros pensamientos y verdades que nos formamos.
Como, para todo cristiano, Jesucristo es la verdad, confiar
en Él es el primer paso de una buena conciencia. Cuando Él está presente
en nuestra vida, nos da mente y corazón nuevos, que entienden y aplican verdades
sin cuestionamiento. Y si antes considerábamos algo aceptable, ahora podemos
discernir si es pecaminoso.
Cuando la Palabra de Dios llena la mente, el “sistema de
alerta” se agudiza, y aprendemos a filtrar los pensamientos y las acciones,
mediante el estándar de Dios, sobre lo bueno y lo malo.
También contamos con el Espíritu Santo, que trabaja con la
conciencia para ayudarnos a diferenciar entre santidad y pecado. Y, algo
sumamente importante, es saber interpretar las Sagradas Escrituras, a fin de
poderla aplicar correctamente.
Recuerda: Dios ha dado todo lo necesario para desarrollar una buena conciencia, algo indispensable para vivir una vida grata delante de sus ojos.
Feliz día. ¡Dios te
bendiga!
Evangelista Wilda Messina
(Referencia: En.Contacto)
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