06.03.2022
“Aconteció que después de muchos días murió el rey de Egipto, y los hijos de Israel gemían a causa de la servidumbre y clamaron; y subió a Dios su clamor, quien oyó el gemido de ellos, y se acordó de su pacto con Abraham, Isaac y Jacob. Y miró Dios a los hijos de Israel, y los reconoció”. Amén.
¿Alguna vez te has sentido triste y decepcionado? Cuando eso vuelva a suceder, en lugar de tratar de resolver los problemas, medita, siente tu aflicción por lo sucedido, y déjaselo saber a Dios.
Consideremos al pueblo de Israel, cuya situación cambió drásticamente cuando un nuevo faraón llegó al poder y les esclavizó. Bajo la dura esclavitud, clamaron; y Dios los escuchó.
Dios no fue indiferente y si estuvo al tanto de ellos. Les dijo: Bien he visto la aflicción de mi pueblo en Egipto, he oído su clamor, y he descendido para librarlos, y sacarlos de aquella tierra a una buena y ancha (Éxodo 3.7-8). Y liberó al pueblo con impresionantes demostraciones de poder.
De manera similar, estamos invitados a llevarle nuestras aflicciones y lágrimas a Dios, y que las ponga en su redoma. Permanezcamos conectados con Él, y sin importar lo que ocurra. Mejor es expresarle nuestros sentimientos negativos, que no hacerlo.
Piensa: ¿De qué me gustaría hablarle hoy a Dios? ¡Y hazlo ya!
Feliz día. ¡Dios te bendiga!
Evangelista Wilda Messina
(Referencia: En.Contacto)
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