Romanos 5.3-5
“…nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo dado”. Amén.
Creo que todo cristiano, que ama y obedece a Jesucristo, quiere exhibir el fruto del Espíritu, el cual puedes leer en Gálatas 5.22-23, pero a menudo es más fácil decirlo que hacerlo.
Un aspecto de este fruto del Espíritu, que es gran lucha para muchos, es la paciencia.
Según el teólogo y erudito bíblico escocés Frederick Fyvie Bruce, quien apoyara la seguridad histórica del Nuevo Testamento, refirió que la palabra paciencia abarca la constancia y el poder de la permanencia, y es una de las cualidades de Dios.
Pensemos en las probables veces que Dios debería haber perdido la paciencia con nosotros. Pero, ni lo ha hecho ni lo hará. Aunque no podamos llegar a tener la misma paciencia de Él, no quiere decir que no progresemos con su ayuda.
¿Cuál es la clave? ¡Pedir su ayuda! Estemos claros que los retos constantes son parte del proceso,
y que Dios se encargará de que, con el tiempo, todo sea perfeccionado, inclusive
nosotros; porque es preciso estar persuadidos de que el que comenzó en nosotros
la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo (Filipenses 1.6).
¿Cómo crecer en paciencia para con los demás, y para con nosotros mismos? Hablemos con el Señor sobre ese anhelo, y pidámosle que nos ayude a cultivarla. Recuerda: Con paciencia ganaremos nuestras almas (Lucas 21.19).
Feliz día. ¡Y que Dios te bendiga!
Evangelista Wilda Messina
(Referencia: En.Contacto)
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