Gálatas 6.7-9 “No se engañen; Dios no puede ser burlado: todo lo que el hombre sembrare, eso segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; más el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna. No nos cansemos de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos”.
Pensemos en la vida como un campo sembrado, donde la cosecha la determina el tipo de semilla utilizada. ¿Qué pasa si seleccionamos semillas equivocadas, y solo nos damos cuenta años después, cuando veamos un campo lleno de plantas causando dolor y problemas?
Esa analogía de sembrar y cosechar posee dos tipos de semillas: las que se originan en nuestros deseos pecaminosos, y las que se originan en el Espíritu Santo. El primer tipo, produce pecado y corrompe el carácter; el segundo, alcanza cualidades semejantes a las de Cristo, asociadas con la vida eterna.
Sembrar y cosechar es un principio que no tiene cambios. Las actitudes y acciones que sembremos hoy darán su fruto, así que, ya sabiendo esto, ¿qué elegirías sembrar?
Si dejas que acciones pecaminosas echen raíces, ellas identificarán tristemente tu vida. Dice en Gálatas 5.19-21 que las “raíces pecaminosas” se manifiestan en adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a esas; y que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. No obstante, aún hay esperanza, porque puedes cambiar las semillas.
Si quieres
tener una vida con cosecha piadosa, planta semillas del Espíritu y apóyate en Él para dar los mejores frutos. Esas
semillas son: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre,
templanza (Gálatas 5.22-23).
Feliz día. ¡Y que Dios te bendiga!
Evangelista
Wilda Messina
(Referencia:
En.Contacto)
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