Salmos 51.5-11 “Sé que soy malo de nacimiento; pecador me concibió mi madre. Sé que amas la verdad en lo íntimo; en lo secreto me has enseñado sabiduría. Purifícame con hisopo, y quedaré limpio; lávame, y quedaré más blanco que la nieve. Anúnciame gozo y alegría; infunde gozo en estos huesos que has quebrantado. Aparta tu rostro de mis pecados y borra mi maldad. Crea en mí, oh, Dios un corazón limpio, y renueva la firmeza de mi espíritu. No me alejes de tu presencia ni me quites tu santo Espíritu”.
Todos somos pecadores de nacimiento. Perdemos los estribos, cometemos errores somos egoístas, pero Dios ofrece perdón para todos. Sin embargo, a muchos les resulta imposible perdonarse…
1. Porque se les dificulta aceptar el perdón de Dios. Sus sentimientos de culpa le oscurecen el regalo de perdón y restauración
del Padre celestial.
Algunos piensan: “lo que he hecho es terrible para que Dios me perdone”. Miren lo que dice en Tito 2.14: “Él (Jesús) se entregó para rescatarnos de toda maldad y purificar para sí un pueblo elegido…”
2. Porque las frustraciones personales les impiden perdonarse. Cuando se tienen estándares altos sobre la manera de vivir, el no cumplirlos, puede llevar a sentirnos indignos de perdón.
3. Porque las consecuencias del pecado pueden mantener viva la culpa. Si las acciones han tenido malas consecuencias, puede hacerse más
difícil perdonarse.
¿Albergas remordimientos por pecados del pasado? El perdón de Dios está disponible. 1 Juan 1.9 dice: “Si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, los perdonará y nos limpiará de toda maldad”.
Cristo dio su vida para hacerte libre, ¡NO te quedes encadenado!
Dice en Gálatas 5.1 que Cristo nos libertó para que vivamos en libertad, por lo tanto, mantengámonos firmes, y no nos sometamos nuevamente al yugo de esclavitud.
¡Feliz día y que Dios te bendiga!
Evangelista
Wilda Messina
(Referencia: En.Contacto)
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