“…Ananías
entró en la casa (donde se encontraba Pablo en Damasco), y poniendo sobre él
las manos, dijo: Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino
por donde venías, me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno del
Espíritu Santo. Al momento le cayeron de los ojos
como escamas, y recibió la vista; y levantándose, fue bautizado”.
Ananías, en obediencia, hizo con Saulo lo que Dios le ordenó. Aunque Saulo ya había tenido su encuentro con Jesús; para el plan de Dios era esencial que recibiera el poder del Espíritu Santo.
Cuando el Espíritu Santo viene a morar en la vida, se
quitan las escamas de la ignorancia, la religiosidad y el orgullo; y el pecador se convierte en nueva criatura.
Estos versículos mencionan que a Saulo le cayeron de los ojos como escamas, es que el Espíritu de Dios, abrió los ojos espirituales de Pablo… igual lo hace con todo aquel que reconoce a Jesús como su Señor. Sin el Espíritu de Dios, estás ciego espiritualmente.
Las vasijas o recipientes en los que el Señor deposita su Santo Espíritu son llenados de su enérgico y sobrenatural poder. En Hechos 9:15 el Señor dijo, sobre Saulo, que le era un instrumento escogido.
El mismo Jesús, antes de comenzar su ministerio, fue lleno del Espíritu Santo en el bautismo en el río Jordán; Saulo de Tarso, antes de comenzar su servicio a Dios, también tuvo que ser llenado del Espíritu Santo. Cristo mismo, antes de enviar a los doce apóstoles por el mundo, les dijo que recibirían poder cuando viniera sobre ellos el Espíritu Santo (Hechos 1.8).
Como la obra de Dios es poderosa, en gran manera, presenta mucha oposición de las tinieblas; por eso, ha enviado su Santo Espíritu, como parte fundamental de la vida del creyente, para equiparnos y llevarnos en victoria.
¡Feliz día y que Dios te bendiga!
Evangelista
Wilda Messina
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